31 de marzo...Es lunes, nuestro único día libre cada semana. Vinimos anoche a visitar a Lilián, mi suegra, para disfrutarlo en familia. Hace tanto que no sé nada de mi madre y hermanos...
Muy temprano nos levantamos ,mientras ella conversaba con su hija puse música y preparé el infaltable mate para compartir con ellas que estaban preparando los envases para repartir leche fresca de granja. Al estar todo pronto salimos al jardín, donde el amanecer, pintando el cielo hacía mas lindo lo que estábamos viviendo.
Daba pena interrumpir el momento, pero la llegada del granjero con la leche para repartir nos obligó a ello. Acompañamos a Lilián mientras envasaba los pedidos y cuando salió a entregarlos, Cecy y yo fuimos a casa de Javier, su hermano, donde almorzaríamos todos juntos. Allí continuó el clima familiar y entre mates, bromas y diversión esperamos el regreso de Lilián para almorzar. Pasé muy bien, creo que nunca me había reído tanto! Fue uno de los mejores momentos de mi vida.
Se aproximaba la hora de irnos y no quería hacerlo pero llegó el momento. Lilián y su nieta nos acompañaron a tomar el ómnibus. Todo estaba de maravillas.
Al poco rato, mientras reíamos recordando las anécdotas, de repente el caos. El ómnibus en que íbamos y dos mas chocaron. En un instante todo cambió: confusión, llantos de niños, sirenas de ambulancia... Recibí un golpe en la cabeza contra el respaldo del asiento que por suerte no fue grave. Mi mujer, al caer, se apretó el brazo contra el asiento, lo que le causó un esguince. Afortunadamente tampoco fue grave, pero terminamos el día en el sanatorio. Eso nos cambió la tarde a ambos.
Ahora sólo quedan comentarios: -¿Viste lo que pasó en Agraciada?
-¿Qué, un choque? Claro!! Si yo estaba ahí!!!...
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