No es que muera de amor, digamos que muero de vida por ahogarme con tantas voces que no puedo decirte, de palabras que nunca dije contigo, de no haber sabido que te amaba. De no haber estado por ti ese sábado para despedirte, para abrazarte, para besarte, para conjugar un adiós en tiempo presente.
No es que muera de amor, digamos que muero por lo que no fui sin ti, de todo lo que he perdido, de mi desesperanza, de los cientos de sueños nunca hallados y estrellados como el viento en la roca. De sentirte tan cercas y no poder tocarte, por el momento de encontrar tu mirada y no retenerla. De acariciar tú pelo, de romper el silencio con mis palabras.
No es que muera de amor, digamos que muero por ti y por mi, por ese espacio vació de mi brazo que nunca te abrazo, por tu pelo que nunca acaricie, por tu mano que nunca toque y por mis ojos que no te vieron partir, de las cosas que nunca te dije, de las voces que no te acariciaron, de tu sueño que nunca vele.
No es que muera de amor, digamos que muero por el tiempo que he perdido, de no haber vivido tus momentos más hermosos: de haberte visto cargando vida, de haberte visto dando vida, de mirar tu cara extasiada, de haber reído en tus momentos plenos. De estar contigo en los momentos tristes: de llorar contigo la partida de tu abuela, tu accidente de junio, de estar contigo cuando el dolor llegaba.
No es que muera de amor, digamos que muero por el tiempo que me presto tu presencia, por el olor que dejaste a mi lado, por todo lo que he callado y por tu entrega llena de vida, de alegría que contagía, por el eco de tu voz que todavía resuena, por lo que dejaste aquí. Por tu pedazo de ternura, por esa tarde que nunca acaba.
No es que muera de amor, digamos que muero por vivir contigo recorriendo caminos nuevos, por recorrer tu vida, por transitar tus sueños, por jugar con tus hijos. No es que muera de de amor, digamos que la vida cobro su factura por lo que nunca entregó. Por la rosa que nunca corte.
No es que muera de amor digamos que muero por ella, mi sueño de mil voces, por la niña de vida nueva, por cientos de ternuras salidas de su vida, por su canto desesperado, por sus sueños de mil colores, por tantas y tantas cosas que se quedaron en el jardín de su recuerdo, en las flores de mi pasado.
No es que muera de amor digamos que muero por ver volar tus manos de gaviota describiendo un enorme sueño, una hermosa esperanza, un decir te amo. Hermoso sueño o intensa locura.
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