Solo Dios sabe cuánto he hecho por la música, cuánto ella sin ningún temor ha invadido mis fueros. Y hasta dónde he llegado por la música quizás ni yo lo sepa. La música, el sonido de los pianos, de la guitarra, instrumentos que mi torpeza me ha impedido ejecutar, siempre maldiciendo mi poca habilidad. Pero gracias a Dios, que me tenga en su gloria, he podido escuchar melodías realmente hermosas. Gracias también que ha diferencia mía, en extremo, hay dichosos que tienen talento, un talento de dioses, una melodía que quizás se toque en el paraíso.
Ya hace buen tiempo cansado ya de escuchar simultáneamente un sonido horrible que emitían los parlantes que compré hace poco, lo lleve a un técnico, un viejito que quizás no sepa lo que hace, gruñón bigotudo y con poca paciencia, la paciencia imprescindible en un buen técnico. Pero bueno era el más cercano y no quería caminar, lo recogí días después. Al momento de probarlo luego de una intensa carrera por seguir escuchando la música que tanto amo, ya que sin música no puedo escribir y si no escribo pues es como perder tiempo y a esta edad tiempo tiempo es lo que más falta. Me sorprendió de sobremanera que el parlante haya funcionado bien. Pero la mala suerte se empeñó una vez más conmigo y volvió a malograrse. No pude aguantar más. Total la arreglada casi no me costo nada, o casi nada. El técnico del parlante resultó cristiano o testigo de Jehová o adventista, siempre he creído que al final esas agrupaciones pues son las mismas, con el mismo objetivo, asaltar y abusar de sus fieles. Enseñar a estas pobres ovejas descarriadas que el trabajo y el servicio a tus semejantes debe ser gratis, pues es un robo a mano armada y a traición. German así se llama este amable señor pues no me cobró mas bien se empecinó en convencerme para asistir a su iglesia ante lo cual con pena y nostalgia no tuve mas remedio que negarme, ante cualquier otro pedido hubiera accedido sin dudar. Pero bueno, con agrupaciones yo no me puedo juntar. Pero volvamos al tema: una llama de fuego intempestivamente recorrió mi cuerpo, renovando y dando fuerzas insólitas a mis músculos viejos y cansados; el parlante que estaba frente de mí sufrió todo mi odio renaciente. Comencé a golpearlo por la parte trasera donde se encontraban los tornillos ya abiertos por german. Por un momento pensé en golpear a german, seguramente me había engañado, arrastrar a german y a toda su agrupación seudo cristiana. El parlante con sus dos parlantitos rodaron por el suelo desnudo, quemar su iglesia, que así como el suelo yacían desnudas sin decoraciones, sin adornos sin nada, vacía como las almas de sus incautos fieles. Pero me contuve, seguro Dios en su santidad acalló mis ganas e instintos asesinos. Me acosté a dormir a los instantes, seguramente ya era muy tarde, temblé y soñé durante toda la noche con las iglesias quemadas, con un fodo de música funeral muy de acuerdo a los instantes, lo raro fue que nadie tocaba esa música y en ese inmenso lugar, recuerdo ahora con precisión, no había ninguna radio, ningún maldito parlante, ninguna orquesta. En su búsqueda, inundado de lagrimas, desperté. Ya sin dolor y sin rabia pude levantarme del suelo, que siempre ha sido mi cama. No estaba molesto y ese fuego infernal que me había invadido la noche anterior se extinguió. Hasta ahora no me explico por qué al ver los parlantes arrojados por mi furia en el anochecer me dio lastima propia, como si el parlante en realidad tuviera vida. Recorde el animismo que yo ya hace mucho en mi infancia le otorgaba a los objetos que tenían nombre gracias a mí, que tenían vida gracias a mi infinita generosidad, que comían gracias a mí. Y eso de que cómo comían pues es mejor que nadie me lo pregunte porque sino van a pensar que yo estaba realmente loco y eso es lo ultimo que quisiera que piensen de mi recta personalidad. Pero siempre alejándome de tema, una mala costumbre que recién he adquirido y que no me puede abandonar; no me quedó mas remedio que recoger los parlantes del suelo pintado de rojo, pero un rojo oscuro extraño, un rojo seco, seguramente por la sangres de estos parlantes adoloridos, los recogí y lo volví a usar, creo yo y esa es mi teoría y nadie la va a cambiar: que los parlantes aprendieron la lección, seguramente la fuerza de la caída anterior les enseñó que tenían que funcionar bien para que no hagan crecer en mí esa maldad que infortunadamente reposa en mis oscuros abismos. Los parlantes funcionaron buen tiempo y mi ira?, pues la olvide o eso es lo que en estos aciagos momentos quiero creer.
Hoy es abril y escribo pensando y planeando mi venganza, los parlantes se han vuelto a portar mal, ese sonido espantoso, que es como el grito de los muertos, ha vuelto a invadir la melodía de los boleritos, del jazz de wes montgomery que tanto me gusta, del piano de Rubén Gonzáles que me enamora, de la voz de morrison, de los gritos de joplin que son como tormentas fugaces que expresan su dolor incesante, pobre janis ni yo en estas esteras me he sentido mas desdichado. Pero he aguantado toda esta redacción, casi media hora, con mucho aplomo; mi religión no me permite abandonar una confesión antes de terminarla, pobre de mí. Como decía aguanté media hora, tiempo suficiente, poco a poco he vuelto a sentir el calor infernal que renace inexorablemente en mi, quizás viva en Comala , ya hace tiempo que no salgo de estas paredes, quién sabe. Ya todo el fuego me domina, no puedo mas, mataré al viejo german.
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