Naces de la mínima expresión,
milésimo caudal de la sierra
que a su paso por la médula
de Andalucía,
abre sus cauces a solidarios
hermanos menores que la nutren;
Jaén aceitunera acunó tus aguas,
Córdoba morena las amamantó,
Sevilla soberbia y bandolera educó
tu bravía;
Guadalquivir, tú que humedeces
el vergel de la Vega y revives el azahar,
que alimentas las diminutas nubes de algodón
y rebrotas el maizal...
Ya termina tu camino, caminito de Cádiz,
que Sanlúcar te espera con su estuario,
y al otro lado, la Huelva marinera.
Es el Guadalquivir, río grande de los moros,
el Betis de los romanos,
y desde tiempos inmemoriales
espejo de enamorados,
cuna de llantos,
lavadero de sangre,
saciador de las hambres...
Río de vida y muerte,
desde la Torre del Oro
diviso tu lejanía,
Guadalquivir,
río de mi Andalucía.
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