¿Y cuando podremos llegar? ¿Cuándo? Que podremos ver hay, ¿Cuál será su sabor? me pregunto. Cuando vemos al fondo, haya al final, sin imaginar ¿cuanto falta? o si ¿podremos alcanzarlo algún día?
Entonces recuerdo aquel día en el que me dijo “quizás jamás lo sabremos”. Pero claro era un tipo sin fe, un viejo curtido por el tiempo, por aquel extraño frió de la montaña, ese que asoma en la mañana nevada blanca y pura, ese frió que me recuerda, hoy murió alguien o donde estará aquel que no logro llegar a casa. Entonces algo logro comprender de la expresión de su cara, de los surcos que dibujan una expresión amarga, de sus ojos lejanos y oscuros, pero realmente que sucedió en el para llegar a esto.
Claro hay estábamos sentados como dos perfectos extraños, sin saber nada realmente el uno del otro, ¿pero que nos importaba? Más aun cuando nos encontramos en un mundo donde cada día la gente se interesa menos por el del lado, donde lo que sucede con la mujer que esta sentada junto a mi, aquella que me acompaña en el retorno a mi hogar en la micro, realmente no me preocupa, que me interesa saber su problema, ¿bueno y si yo tengo su solución o ella la mía?
Comencé a indagar un poco en su vida, ahora resulta que estoy frente al resultado de un padre frustrado, de aquel hombre que algún día tuvo la dicha de fertilizar, y su derecho le fue arrebatado por el hombre, pero claro la ambición y el poder tienen este derecho a robar vidas, ese derecho inmune que les da el hombre. Y bueno de su mujer se encargo el tiempo, la vida se la arrebato, aquel sabio tiempo que nos da la esperanza de solucionar un problema, de que algún día llegara aquella mujer que se quedara aquí a mi lado, en el cual la gente confía su vida, ese mismo que nos llena de dicha también nos quita lo que amamos.
Este extraño hombre era el resultado de años de vida, de alegrías y amarguras, de lo que la gente llama experiencia, donde la guerra, el hambre y la crudeza de la vida se habían encargado de sabotear su niñez, una infancia llena de sin sabores. Donde lo bueno que tuvo, la vida se encargo de quitárselo.
¿Pero que extraño? Hay adentro en su corazón solo abundaba la esperanza de que en algún día llegaría aquella extraña fuente, que saciaría su necesidad, aquella necesidad de libertad, de decidir lo que realmente quieres, esa libertad de hoy decir, ahora en adelante seré feliz sin importar lo que suceda.
Entonces descubrí que este viejo extraño gozaba de su ingenuidad, de poder creer cualquier cosa, de soñar que algún día todo seria mejor. Que la vida y el tiempo no habían podido arrebatarle ese derecho, el derecho a soñar a seguir luchando por lo que creía.
Pero en realidad ¿algún día lo conseguiría? No lo se, pero el verlo hizo renacer ese sentido de esperanza que ya estaba algo agotado.
Y me vuelvo a preguntar ¿y cuando podremos llegar? Ahora lo veo mas lejos, quizás me e quitado el derecho a la ingenuidad, pero si este particular caballero consiguió sobrevivir y salir triunfante, me nace una nueva duda ¿vale la pena soñar y morir luchando por lo que no sabemos si podremos lograr? Creo que el tiempo me dará la respuesta.
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