El tenebroso silencio me robó mis palabras, mis pensamientos, y yo, atormentado por la eterna placidez de carecer de incertidumbres, caí en que, él tétrico olvidó vigilar a las traviesas, indigentes, vagas y pequeñas letras, a las que supliqué ayuda. Y de ellas tomé: las que, en el orden que y las veces que, quise. Para con ellas expresar una mínima parte de mí, de mí libertad.
a, b, c, ch, d, e, f, g, h, i, j, k, l, ll, m, n, ñ, o, p, q, r, s, t, u, v, w, x, y, z
Tesoro de todos, toma las que, cuantas y como quieras e imagina y vagabundea con ellas, siempre desenterraras un camino que a ti mismo te sorprenderá.
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