El señor Wollstonecraft, con paso firme, se acercaba lentamente al escritorio. Al mismo tiempo, John, tendido en el suelo, despertaba,
aún con el efecto de la morfina. Se sentía adolorido por los golpes recibidos hace un rato, aunque la bala incrustada en su rodilla
ya no le daba un dolor fuerte, como hace un instante.
Wollstonecraft, sin mirarlo, tomó una fotografía del escritorio.
- Esta es tu esposa, ¿no John? - dijo con una sonrisa malévola en la cara. John, sin decir nada, lo miraba con profundo odio -. Es hermosa... ¿está
en el trabajo, no? -, el señor Wollstonecraft se dirigió al resto de la patrulla, les entregó la fotografía, y les dijo - vayan a buscarla, y traiganla
viva.
Al escuchar eso, John, sacando fuerzas, se levantó rápidamente, y se dirigió con un puño en el aire hacia Wollstonecraft, quien lamentablemente fué
más rápido, y lo recibió con un golpe en el estómago. John volvió a caer, y se dió cuenta de que también volvía a sangrar por la rodilla. El resto de la
patrulla que seguía en la casa, reía a carcajadas. Menos el señor Wollstonecraft, quien se dirigía a John mientras prendía un cigarrillo. Acercó su cara
a la cara ensangrentada de John y dijo - ¿Acaso crees que no tengo idea de que eres? ¿Acaso crees que no sé que eres un espía?
La cara de John refejó el susto, mientras que la sonrisa malevola de Wollstonecraft, que había desaparecido, reflejaba el odio. Este se incorporó, aspiró el
cigarrillo, y dió un golpe con el pie en el estómago a John -. Hay solo una cosa que no sé, amigo mío. Necesito saber de donde vienes, saber quién te mandó,
así que... ¡dime! - gritó el señor Wollstonecraft. Pero John se mantenía en silencio. Wollstonecraft, desesperado por la mudez del muchacho, y por la
alarma de las patrullas que se acercaban a la casa comenzó a darle una serie de patadas en el estómago, mientras seguía gritando - ¡DIME!
- ¡Vengo en nombre de Smith! - soltó de pronto John, que ya no resistía los golpes -. Está en Londres -. El sonido de las patrullas se caercaban rápidamente,
pero se notaba que auú tenían que pasar un par de cuadras más. Y Wollstonecraft volvía a sonreir.
- ¿Smith?... ¡Smith! - decía Wollstonecraft, entre carcajadas -. El viejo Smith me está espiando -. Miro al resto de la patrulla, que reían como idiotas
frente a la gracia que le daba a su jefe aquella noticia -. Gracias John, de verdad, gracias - dijo mientras seguía riendo. Tomo su arma, y disparó a John
en la sien -. Vámonos - dijo a su patrulla. |