FIJACIÓN
–Oye J.B, ¿qué te sugiere la palabra Re-puta-ción? –le pregunté a mi colega mientras descorchaba la segunda botella de vino.
–Re-puta-ción me recuerda a cuatro billetes ida y vuelta a Jamaica.
Le pasé la botella a J.B y luego me senté a su lado, frente a la tele. Ponían videos, pero le habíamos quitado el audio y en su lugar estaba Johnny Winter dando vueltas en el tocadiscos. Era realmente bueno ver a los Clash dando saltos al ritmo de Treat me like you wanta.
–¿Qué te dice la palabra niebla? –volví a preguntar.
–Pues me recuerda una habitación oscura que mezclaba al cincuenta por ciento la fabulosa fragancia del pollo frito, con, la no menos fastuosa peste a marihuana –se tomó un respiro para sonreír abiertamente y luego sentenció que también le recordaba a Jamaica.
–Vale – le dije –, te voy a poner una más difícil. ¿Qué me dices de Eucaliptos? ¿También te recuerda Jamaica?
J.B colocó cara de póker, se levantó y desapareció rumbo al baño. Dejo la puerta abierta y desde allí me dijo que Eucaliptos le recordaba el olor a lejía.
–Entonces no te recuerda a Jamaica.
–No tan rápido, hay una cadena muy bien eslabonada que aún tiene ganas de mostrarte un poco más – colocó un disco nuevo y me lanzó la funda, era de Pink Floyd.
–La noche había sido muy aburrida y dentro del hotel por lo menos teníamos las copas gratis. Éramos cuatro y a Mel se le ocurrió que podíamos contratar a una puta. La luna estaba llena, y decidimos que aquello era lo mejor que podíamos hacer. Jamaica con veintitrés años se queda siempre pequeña y resolvimos quedarnos un poco colgados de una punta de la isla. Ya sabes, ir al límite, romper las persianas, patear leyes y corrernos la juerga padre. La puta llegó puntual, llevaba un vestido con la textura de las hojas secas de los eucaliptos pero sólo olía a sexo.
Colocó un nuevo disco y continuó hablando.
–Ninguno tuvo reparos en ser chupados por turnos, la chica de rodillas y nosotros, metiéndole la polla a relevos. Al final le dimos un baño de semen y por supuesto el olor a lejía se quedó allí hasta que nos descolgamos del límite y la juerga.
–Vale ¿y Qué te sugiere el rumor de la ola cuando muere en la arena?
–Jamaica, compadre. Sin dudarlo.
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