Y llevando él mismo a cuestas su cruz fue caminado hacia el sitio llamado el calvario u osario, y en hebreo Gólgota.
. Jn.19-17
De pronto, el ritmo lento y grave de los tambores, rompió el silencio de la noche en tanto que, el sonido estridente de las trompetas, estremecía las almas.
La multitud, a la salida, inició la cadenciosa marcha. Los reflejos de las gruesas velas y antorchas sujetas en sus manos, extendieron más sombras que luces, para alargar fachadas y balcones. Arriba, el fervor, la pena y la esperanza.
La saeta surgió de una garganta anónima, para romper el silencio nuevamente, con su sentido y lastimero arpegio; hasta que la emoción soltó el llanto emocional e incontenible.
Que trágico debió de ser el vía crucis de Cristo, hasta llegar al Gólgota, se decía Pedro bajo la peana, sintiendo que las fuerzas le abandonaban. No podré cumplir mi promesa. ¡ No puedo más ¡ terminó por suspirar en su impotencia.
El compañero que le seguía detrás le sujetó, con una firmeza inusual, sobre humana, que sorprendió al hombre. Sigue, no pierdas la fe, no dejes de seguir. Tú, como los demás, tienes fuerzas suficientes para seguir. Si deseas seguir adelante, seguirás adelante.
Se detuvieron por décima vez.¡ No puedo, no puedo más ¡ - se oye la voz de Pedro.-
Sigue Pedro, oyó de nuevo envuelto en la serenidad, yo te digo que puedes.
Y así, alentado por el desconocido costalero, siguió Pedro sacando fuerzas de flaqueza. ¿ Como te llamas- preguntó - a su encapuchado compañero.?. Me llamo Jesús, respondió el otro. Gracias por tus ánimos – cuando termine la procesión quiero conocerte -.le avanzó Pedro. No debes preocuparte, pues ya me conoces. Era bien cierto que el capirote solamente le permitía ver sus ojos. Unos ojos desconocidos, pero colmados de una especial serenidad universal.
Avanzaron de nuevo, pesadamente, lentamente entre el gentío y las sombras. El corazón de Pedro, probando por salir de su pecho, en tanto que el desconocido, sostenía latido a latido aquel tembloroso corazón.
La trompeta estridente seguía saltando en el corazón de todos.
Cuando la pesada peana con la imagen de Cristo, reposó sobre el suelo del silencioso interior de la Catedral, Pedro, preguntó por Jesús...
Entre todos los costaleros, no se conocía a ninguno con ese nombre; le dijeron...
Robert Bores Luís
P de A. 28-10-94
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