Miguel era un chico que recién entraba a la universidad,
18 años, delgado, un poco alto y sin mayores atributos físicos. Era calmado,
solía simpatizarle a la gente, sin embargo no era amigo de todo el mundo,nespecialmente porque su formalidad muchas veces espantaba a algunos. Él venía
desde lejos a estudiar economía y no conocía mucha gente en el lugar.
Durante los primeros días de clases Miguel no conversaba con mucha gente, más que nada se dedicaba a observar al grupo.
Miguel (pensando con la cabeza entre sus manos y mirando al grupo de gente mientras ellos conversaban en un break): Ahí
están los futbolistas, ¿no faltan en algún lugar?, tampoco faltan las chicas
algo apresuradas que buscan su atención ni el grupito de amigos del colegio.
Obviamente también están las chicas lindas y los ‘jotes’ que las miran como si
fuesen la última gota de agua en el desierto… ¡y claro! Estamos los últimos
desadaptados, que nadie conoce, ni habla con ellos… y ella…
Ella era Carolina, una chica
bastante apuesta, de estatura normal, delgada, con el pelo rubio oscuro y los ojos claros. Carolina encajaba perfectamente en la descripción de una chica linda, pero no hablaba mucho con la gente. Miguel había notado que en alguna ocasión hubo chicos que se le acercaron, pero por algún motivo no habían
seguido en su afán de conseguir su atención. Carolina solía estar sola, en clases ponía atención todo el tiempo y se iba apenas terminaba su horario.
A Miguel todo aquello le
parecía curioso, desde su punto de vista la chica era espectacular, pero para él estaba a años luz – decía – por lo que no intentaría tomar su atención, “no
tengo la personalidad para hacerlo”, se convencía.
Un día en su facultad los
futbolistas deciden organizar una fiesta en un local nocturno de la ciudad.
Necesitaban más gente que la que reunía su grupo cercano para lograr juntar el
dinero para arrendar el local, si que invitaron a todos los nuevos. Algunos aceptaron, otros no. Para Miguel no existían motivos para ir, pero era nuevo en
la ciudad y pensó que ver cómo era la actividad nocturna ahí le ayudaría, compró una entrada y se fue para su casa con la idea de que se estaba metiendo
en un buen lio.
Miguel ni siquiera cuando estuvo en su ciudad había salido mucho por las noches, si que no sabía tanto de aquel mundo, así que fue a pedirle consejo a alguien que seguramente sabía más que él. Su hermana, Valeria, vivía en Santiago hace muchos años, ella arrendaba un departamento con unas amigas cerca del lugar donde se iba a hacer la fiesta.
Miguel: Hola Vale
Valeria: ¡Miguel! ¡Hermanito! (lo abraza) ¿hace cuanto que estás en la ciudad? la mamá me contó que ya habías iniciado clases… pasa, adelante. (Miguel pasa al departamento y toma asiento) ¿Cómo has estado, como te ha tratado la ciudad?
Miguel: Bien, bien,
me he adaptado rápidamente al sistema de la ciudad, pero a otras cosas ni tanto… de hecho, para eso venia a ahora, necesitaba pedirte un consejo.
Valeria: ¡Mira tú! ¿Y sobre qué sería hermanito?
Miguel: Verás…
algunos compañeros van a organizar una fiesta, de hecho es súper cerca de acá, dos cuadras creo…
Valeria: ¡Regio!
Entonces podrías venirte a dormir acá si quieres, una de mis compañeras fue donde sus papás por el fin de semana y no va a estar, puedes usar su cama.
Miguel: ¿En serio?
Menos mal, la señora de la pensión quizás me hubiese hecho problemas si llegaba tan tarde ¿pero estás segura? (Valeria asiente con la cabeza) Ah, ok. Entonces le diré que no llegaré ese día.
Valeria: De hecho te puedo pasar hasta llaves, mi amiga las dejó acá por si pasaba cualquier cosa ¿caxai? Pero ya sigue contando…
Miguel: Bueno,
volviendo al tema, tú sabes que yo salía súper poco allá en Concepción, no bebo, ni fumo, no suelo molestar a nadie y esto se me hace un problema acá. Veo que la gente es muy acelerada, y eso me hace sentirme como si no fuese el
lugar para mí… me siento muy calmado para este lugar.
Valeria: mmm… yo creo
que estás hablando puras tonteras hermano, pero vamos a hacer algo al respecto.
Por lo que he visto hay mucha gente como tú acá en Santiago, pero suelen no
irse tan al margen. Yo tengo un amigo que siempre me recuerda a ti… onda
también tenía puras relaciones serias en el amor, no bebía, ni fumaba y ni
hablar de conflictos… era incluso más pasivo que la mamá pa’ mandarnos plata
jaja.
Miguel: jaja… ¿y él
que hacía?
Valeria: Acá en
Santiago comenzó a beber así como le dicen ahora… “socialmente”, solía beber
Vodka con néctar porque le gustaba un poco, pero suavecito si poh’, nunca se
excedió. Entonces tú caxai que los hombres son medios cuaticos en ese sentido,
si no te ven con copa en mano no eri hombre… Al verlo con el vasito ahí
empezaron a hablar más con él y con ese poquito de alcohol se desinhibía un
poco y tomaba más atención. Con lo de las mujeres igual cambió, si la mina era
muy rica atinaba a morir aunque no supiera mucho del tema, con los años se le
quitó si…
Miguel: Ya veo… ¿y
sabes cómo se acercaba a la gente?
Valeria: No poh’
cabrito, si eso es natural, eso fluye no más no te preocupes por tonteras… mira
acá teni las llaves (le pasa las llaves de la amiga), cualquier cosa tú sabes
mi número de celular y no te preocupes por el barrio, porque como está una
comisaria acá cerca pasa poco delincuente en la madrugada.
Miguel: Uuuuuh,
Gracias hermanita, te pasaste, eres un amor… oye, estás más delgada ¿no?
Valeria: jaja (lo
golpea en el hombro), ¿practicando para la noche? Con la hermana no po jaja.
Miguel: jaja, Te
dejo Valeria, voy a cambiarme a la pensión. Gracias por todo. Adiós
Valeria: Bye!
Miguel se sentía algo más tranquilo
con lo que le había dicho su hermana, aunque a él no le interesaba tener algo
con alguna chica de su facultad. Casi todas le parecían muy comunes, además que
él sabía que ellas se fijaban en lo físico y él no era muy agraciado que
digamos. En la pensión, Miguel se puso ropa casi normal, tomó su celular, algo
de dinero y las llaves que le había pasado su hermana y partió a eso de las 11
de la noche.
Ya en la fiesta en la
entrada estaba Tomás, uno de los futbolistas, que lo miró algo extrañado, al parecer
era raro que Miguel haya venido…
Tomás: Pero si es mi
amigo el penquista ¿cómo estai?
Miguel: Bien, bien ¿y
tú?
Tomás: Bien compadre,
oiga … ¿y no se trajo a su minita?
Miguel: Jaja, pero si
eso se consigue acá
Tomás: (dándole
palmadas en el hombro) jaja, me parece, todo un “winner” usted. (Cortándole la
entrada), ya pasé socito y nos vemos adentro.
Miguel: Adiós
A la fiesta no había llegado
mucha gente aún, estaban los futbolistas, Miguel supuso que era por lo de la
organización, y algunos otros. En un rincón estaba Carolina, hablando con un
chico. Miguel recorrió el lugar, parece que había llegado algo temprano, si que
consiguió una silla y se sentó en un lugar algo apartado del local.
Algunos compañeros lo iban a
saludar, pero no se quedaban mucho con él, y volvía a quedar sólo. Pasaron unas
horas, la fiesta había empezado hace poco, aún era temprano, Carolina había
desaparecido, y él seguía en el mismo lugar. Se estaba aburriendo, pero antes
de irse decidió ir a dar una última vuelta por el local, se compró un Vodka
Naranja siguiendo el consejo de su hermana y se fue.
Salió a una especie de patio
que había y vio a Carolina sola ahí. Miguel tenía algo de miedo de acercársele,
bueno en realidad tenía miedo de casi cualquier mujer… pero la belleza de
Carolina lo atemorizaba algo más. Pero recordó las palabras de su hermana: “hay
que dejarle fluir”, se repetía a sí mismo mentalmente.
Finalmente, se acercó…
Miguel: Veo un caso
especial del equilibrio de Nash acá, ah.
En este momento la escena
entre Carolina y Miguel se congela y salé Tomás a hacerle un aparte a la
cámara.
Tomás: El equilibrio
de Nash es un concepto usado en economía para decir que todo llegara a un
equilibrio en el largo plazo. Esto Nash lo ejemplificó de la siguiente manera.
(Ahí aparecen 5 chicas a un lado de la pantalla, donde la del medio es la más bella)
Nash llegó con 4 amigos a
una fiesta, y mandó todos a coquetearle a la más bella. La chica (acá cada chico va pasando hacia ella y la chica lo presenta a una de sus amigas, una vez
emparejados se retiran de la escena) rechaza uno por uno y por un intento de sacárselos de encima se los presentaba a sus amigas. Cada una se quedó con uno
de los amigos de Nash y mientras ocurría esto Nash esperaba tranquilamente.
Una vez que la chica guapa estaba sola y no tenía amigas con cual distraer a quien le hablase, Nash fue donde ella y logró captar algo de su atención ya que prácticamente a la chica
no le quedaba otra.
(Se retira Tomás y los demás
actores de la pantalla).
Carolina: (algo extrañada)
¿ah sí? ¿y por qué?
Miguel: Porque en este caso la chica guapa rechazó a todos los chicos sin necesidad de tener amigas o no
Carolina: jaja, que
intelectualmente encantador jaja ¿Tú eres el chico del sur, no?
Miguel: Sí, Miguel,
mucho gusto (le ofrece la mano, para saludarla)
Carolina: (le da la
mano) Carolina, el gusto es mío. Llegaste temprano también al parecer ¿y tú no
bailas?
Miguel: No tengo con
quién
Carolina: (creyendo
que es un ‘jote’ más) Pero con esa clase de comentario alguna de estas “linduras”
de allá dentro debió haber caído.
Miguel: (mirando
extrañado) ¿caído?
Carolina: Sí… Vamos,
no me mires con esa cara, eres hombre y todos acá andan buscando una mujer como
si fuese lo último de agua en el desierto.
Miguel: jaja, ¡Hey!
Yo usé la misma frase para referirme a esa situación
Carolina: No te creo
jaja
Miguel: En serio,
pero yo no soy de ese tipo de personas. Si de hecho no sé cómo me nació el
coraje para hablarte
Carolina: ¿coraje? ¿y por qué?
Miguel: (aquí se
sonroja) porque para mí eres la chica más linda de la fiesta y no suelo
acercarme a gente como tú
Carolina: (nota que Miguel se sonroja y empieza a creer que sus intenciones son buenas, si que no lo rechaza) jaja, tonterías.
Miguel: (bebiendo algo de Vodka) ¿quieres?
Carolina: No gracias, no bebo.
Miguel: La verdad es que yo tampoco, pero me gusta un poco este trago. Te ofrecía porque me cuesta beberme todo el vaso por mí mismo.
Carolina: Yo he
pasado por eso también jeje, déjame ayudarte. (Empiezan a intercambiar el vaso durante la conversación).
Miguel: ¿Y tú eres de acá, de Santiago?
Carolina: Sí, vivo
lejos de aquí eso sí, así que me tendré que quedar aquí hasta que termine esto… yo me quería ir, pero estos tipos son caballeros sólo hasta que uno les dice que no quiere bailar con ellos, si que no me atreví a preguntarles si me irían
a dejar.
Miguel: Si quieres yo voy…
Carolina: No te
molestes, estoy conversando contigo ahora, antes me quería ir porque estaba sola. ¿Y tú? ¿Eres del suré? Jaja. Se lo escuché a Tomás
Miguel: (con tono
especial) si pue’ ñora, de aia soy yo pue’ ¡del suré!
Carolina: jaja ¿de qué parte?
Miguel: de Concepción
Carolina: mira tú, yo tenía una abuelita que vivía ahí y hasta que ella murió iba seguido ahí.
Miguel: Oh, lo siento
Carolina: No te
preocupes… pero oye, las fiestas son para divertirse y no para pensar en
momento así, así que… ¿vamos a bailar?
Miguel: (evidentemente
sorprendido, especialmente porque sabía que al resto lo habían rechazado) pero
por supuesto, (la toma de la mano) vamos.
Miguel en ese momento no podía creer lo que había hecho. Había conseguido captar la atención de la chica que todos querían, además le parecía simpática. Por su parte, Carolina estaba maravillada de encontrar un chico simpático y que no fuese jote, según ella, lo veía en sus ojos.
Los futbolistas no se habían percatado de que Miguel y Carolina estaban bailando hasta ya pasado un buen
rato. Entre ellos parecía haber mucha empatía y si bien Miguel no era un astro del baile, parecía divertirse y Carolina también. Ambos la estaban pasando bien
y Tomás, que quería tener a Carolina lo notó.
Tomás: (sorprendido y
enfadado) Oye, cacha al sureño, hueón
Carlos: (sorprendido) Ohhh, ¿cómo que lo pescó la media mina?
Tomás: Hueón, no es la media mina, es MI mina, o sea…
Carlos: Oye pero
déjasela poh’, si es simpático el hombre, además la Carola ni te pescó
Tomás: Si no me pesca
a mí, no pesca a nadie ¿cachai? ¿cómo me puedo cagar a este hueón?
Carlos: a mí no me preguntes esa clase de hueas, rollo tuyo si quieres cagarle la vida al del sur
Tomás: Con esta clase de amigos, pa’ qué quiero impuestos
Carlos: ¿impuestos? ¿no serán enemigos?
Tomás: Ya po, los impuestos son los enemigos de mi bolsillo po Carlos, teni que verlo más económicamente ¡poh!
Carlos: Oh el hueón fome
Tomás: Ya sé como cagármelo, DJ tírate la romántica
Carlos: Eso te puede jugar en contra…
Tomás: ¿y tú creí que
este perno va a atinar? ¡Tay loco!, se van a ir a sentar y la Caro no va querer más… ya DJ tírese el lento…
El DJ dice que apenas
terminé la última canción lo hará. Miguel y Carolina seguían bailando, algo desinhibidos por los dos vasos de Vodka que se habían bebido, que les habían hecho efecto porque ellos no solían beber. El DJ cambia la canción y Miguel pensó que hasta ahí había llegado la fiesta para él. Si que le pregunta a
Carolina si se quiere ir, pero Carolina le coloca las manos de Miguel en su cintura y luego coloca las suyas en la Nuca de Miguel.
Carlos: Te lo dije…
Tomás: (sorprendido y alterado) ¡No puede ser! ¡Por la chucha!
Tomás se retira, enfadado,
fuera del lugar y Carlos lo sigue. Entre tanto Miguel choca su nariz con la de
Carolina y le dice:
Miguel: Nunca pensé
que en que esta noche conocería alguien así
Carolina: (con una
risa coqueta) jeje… ¿cómo así?
Miguel: Así…
En ese momento Miguel besa
apasionadamente a Carolina, ella responde igual. Un largo beso marca el inicio
de algo que ambos recordarían toda su vida…
Continuará… |