(aqui dejo este texto viejo en el que quise dibujar un instante con palabras)



En la ventana de un edificio gris
el otoño dibuja una mirada lluviosa.
De la mano de un padre
un barrilete va a dar directo a los cables electricos,
-sabemos que entre los cables de dos postes de luz
podemos encontrar hasta un ahorcado
con su testamento y su llavero.
Hay en los calzones colgados de la soga
del edificio opuesto, la melancolía
del que acaba de dejar de ser niño.
La brisa se roba una media negra
que se queda junto al barrilete de florero.
Unos chicos patean la pelota
contra la pared de cal del viejo de ladrillos.
Ladra un perro para dar las doce,
y a la vuelta de la esquina,
las viejitas le rezan al niñito del madero.
Hay olor a tuco en todos los balcones,
y en la ultima vuelta de la bufanda al cuello
se hace un silencio como pa enterrar un muerto.
Se nota que una madre
llama a comer al primer atorrante,
sin siquiera mirar al cielo.
Pasa un gorrión silbando bajito,
y mira a los pibes ahí abajo,
y a la ventana triste, y como el viento
dibuja en el pentagrama de los cables
la melodía del requiem callejero.