Con tenues hilos de días,
pequeños raptos exaltados, alegrías unicas,
fuí tejiendo arduamente esta crisálida.
La fuí llenando de sueños,
de brillantes amores prohibidos,
de triunfos absolutos
y lagrimas inconfesables.
En ella aprendi un alfabeto,
con el que luego de grande
pronunciaría mis sueños, lloraría mis lágrimas.
En ella me refugiaba del dolor que siente
aquella flor, que por preciosa y unica, no corta nadie.
En ella me refugiaba a colmar mi vacío.
Tenía el tamaño exacto
de lo que el mundo jamas me daría.
Pero hoy, ya mariposa oscura
desterrada de primaveras,
no sé volver donde ya no quepo,
no se soñar lo ya soñado.
Y este mundo poblado de flres ajenas,
de caricias de piedra y sonrisas
por donde nace el invierno.
¡No, no hay flores para mí!
Y este batir mio de mis alas,
que algunos crean si quieren que es la alegría,
yo sé, en lo mas profundo de mi misterio,
que es por no morir sin primaveras. |