Por culpa de la galopante inflación,
hoy en el aperitivo previo al almuerzo,
en vez de whisky Chivas Regal,
beberé una pocima de Hampton,
etiqueta negra, con café, miel,
y un chorrillo de Fernet Branca, dulce,
ese que cuesta la mitad de precio;
digo como para ir contrarrestando la posterior acidez, que a no dudarlo, sera una fija que gana,
o una clavada de pito y barraca.
El campo y la ciudad están enfrentados,
diría, por el mismo conflicto anterior,
es decir, nada vale lo que valía,
todo cuesta mas caro, ni con un cierre relampago cierran las cuentas; entonces fue que el gobierno tuvo que elevar el porcentaje del valor a las retenciones, al cuarenta por ciento,
por ende provocando se una huelga indefinida de este sector de la producción nacional.
La nota saliente del día de ayer,
fue un enfrentamiento entre manifestantes del campo con los piqueteros de Kirchner,
a los pie del obelisco.
Latita de atún verdadero,
puré disecado de cualquier marca,
harina de trigo tres cruces,
agua de la canilla aunque salgan renacuajos,
huevos de gallinas aunque entren piando;
engrudo que va al micro ondas en una bolsa;
Mas luego de unos minutos de cocción,
quitamos el contenido y reflexionamos ante el bollo,
diciendo así:
El campo es una masa.
El hampton es una bebida espirituosa,
pero ojo, no de aperitivo sino de espíritu;
espíritu, linda palabra que tanto significa;
pero que lastima bandoneon, que no sepa del todo bien, que cuernos quiere decir esa gigante de ocho letras; Dios permita que cuando asome la primer estrella, alguna voz del mas allá se escuche diciendo lo que es un espíritu.
No ha de ser un alma, pues ambas palabras siempre corren juntas como hermanadas.
De pronto gire sobre mi propio eje,
y aturdida por el Hampton,
sentí que se metía otro ser en mi cuerpo;
aclaro que lo relato en pasado aunque lo estoy vivenciando, decía, primeramente se instala una imagen en mi rostro interior, del lado oscuro de mi cara, pero, es sin duda otra identidad,
o sea, a ver, estoy sintiendo una presencia invasora en mi cuerpo, aunque mi alma aun permanece intacta, mas aun, incólume y hasta diría impertérrita; por ultimo, y sin agregar mas para por fin terminar, me siento impaciente y en una cuenta aparte percivo que estoy alegre por demás,
lo cual claro, me tranquiliza otorgándome renovadas energías.
Daré otro trago mas de Hampton,
en nombre de esta amistad que asoma,
con aquel mundo espiritual;
por supuesto continuando siempre para adelante con esta simple existencia,
que va firme pero autónoma hacia la lejana muerte, que indiferente se aleja despavorida...