PASOS PESADOS


El viento sopla, el frío se pega sin misericordia al pálido rostro, pequeños pies avanzan lentamente sin detenerse. La sierra, en estos momentos, sola, sin caminantes como es costumbre. El pueblo se vislumbra al fin, ahora claramente puede distinguir las casas, con sus techos de cartón y lámina, niños corren despreocupados, sin temor al futuro, algunos, los mas grandes, con el ceño fruncido buscan la forma de llevar algo a casa; panzones por la desnutrición, rojos por el polvo, ojos tristes por la vida. La puerta se abre, el pequeño cuarto se muestra plenamente, de un lado, un calentón apagado se pudre con el paso del tiempo, al centro, una enredadera de cobijas simulando la cama, y en ella, la madre que no puede levantarse ya, sus piernas parecen doblarse de tan delgadas, el rostro cenizo de cabellos enmarañados. El silencio se rompe por el masticar: desesperado, anhelante, culpable, dos pares de ojos se encuentran, ambos cansados, ambos agradecidos. Afuera el viento sigue soplando, adentro, es igual, la madre comienza a toser, él, asustado, sale en busca de ayuda; no encuentra a nadie, derrotado regresa y observa detenidamente ese rostro que yace moribundo, las lágrimas lo atrapan sin dejarlo salir, una mano aprieta firmemente a otra, ha pasado la tormenta, la madre duerme. Rabia intensa emerge del estómago, ojos amargos ya de dolor, ansia de muerte, pasos pesados que dejan huella en la tierra; roja, seca, adornada de pequeños arbustos, conejos corren cerca de él, casi lo tocan, el cielo encapotado le muestra su futuro, gotas gruesas comienzan a caer, ahora tierra mojada, olor, mucho olor, los conejos han huido, pasos que regresan sin prisa a casa, la puerta se abre, la escena ha cambiado, madre muerta de desnutrición, hijo que llora, lluvia que cae, pala que golpea el suelo, tierra que sale dando la cara al cielo, cuerpo envuelto en sábanas que cae, hueco cubierto, pasos pesados que se alejan.