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Leonel y Graciela eran el uno para el otro desde años inmemoriales y era francamente conmovedor verlos a cada instante y en todo lugar juntos y tomados de la mano sonriendo ante el cielo estrellado nocturno o ante los débiles rayos solares del ocaso, allá en la costa playera de la ciudad.
Ambos no parecían tener otras vidas aparte de la mutua, habían quienes decían que no tenían ni a oficio ni trabajo y que incluso lo habían dejado todo solo por el gusto de verse y estar unidos sentados en el parque empapados en la torrencial lluvia invernal y riéndose satisfechos de sus locuras. Realmente se les veía felices. Había quienes criticaban sus vidas pues daban el mal ejemplo a los chicos haciéndoles antagónica la vida real del laborar para el alimento y del ser personas con un fin en la vida, cosas que ellos habían dejado de lado solo por el gusto de verse y estar juntos. Habían quienes los admiraban por su unión evidente. No era raro ver parejas de colegiales adolescentes yendo en su búsqueda pidiéndoles consejos o haciéndoles preguntas para mantener sus amores cuando en realidad lo que buscaban era una bendición de su parte par que el amor les vaya viento en popa muchos años inclusive hasta la eternidad. Sus consejos y respuestas solían ser inevitablemente certeros como flechazos que dan en el blanco pues amor por siempre se olía en el aire y felicidad en las garúas grisáceas de la ciudad.

... De repente los amores juveniles se convirtieron en amores de treintañeros y los amores de treintañeros en amores de matrimonio con bodas de plata, la madures se sentía en el alma de los amantes jóvenes y hasta de los niños, la estabilidad era algo palpable en el espacio y en el tiempo, los rompimientos y sus consecuentes lagrimas se extinguieron de la ciudad como si el mar se secara en la arena. Ya no habían discusiones ni sufrimientos, solo había sonrisas y besos tiernos a orillas del mar.
Los adolescentes solían amar por amor y los adultos besar por amor, no existían medias tintas, tampoco doble sentido, todo tenia un fin y era darle paso al amor verdadero aquel que no se derriba ni con un terremoto ni con balas de odio.
Todos terminaron por aceptarlo, solo había que dedicarse a ser felices con alguien a lado solo era cuestión de mirar a los ojos y sentir que la vida era eso, amar con el alma y que el tiempo era corto para ello.
“Si mirabas a las playas, a los parques y alas calles solo veías manos y miradas entrelazadas como si fuesen dos universos en uno.” La guerra entre ángeles y demonios había culminado, solo habían ángeles en la tierra, uno por cada pareja.
Todo mundo era feliz cantando canciones románticas y paseando libremente por cada rincón de la ciudad inclusive hasta amándose bajo las aguas oceánicas, prometiéndose las estrellas y la luna por si es que se acababan los besos, ya no había que levantarse temprano para ganarse el pan, ya no había que rendirle cuantas al maestro por las tareas incumplidas por desidia, solo había que ser el uno para el otro y acariciar el crepúsculo contemplando a “los otros ojos” cargados de amor y vida por si es que se acaba la terrenalidad.
“El mar los golpeaba, la lluvia los empapaba y el sol quemaba y ellos ni se movían, solo se miraban, no estaban en la tierra, estaban dentro del otro.”

Leonel y Graciela empezaron a darse cuenta de lo que era el mundo por aquel entonces y lo odiaron.

Empezaron por detestar la realidad, quisieron ser ciegos ante ella y desecharla como la ceniza al viento. Se juraron volver a ser los de antes, amantes alegres bajo la noche, y se juraron desterrar de sus corazones el odio que los iba sofocando lentamente, a fin de cuentas todo era posible, aunque la realidad les estuviese desgarrando las entrañas con la amargura ya insalvable que los iba consumiendo.

Cierta mañana Leonel detesto verse al espejo y estar con la misma ropa y la misma barba insipiente y en la miseria, sintiendo el hambre agigantarle los intestinos, viéndose así mismo como una mancha borrosa sin un rumbo fijo perdido en la penumbra del aire y el tiempo, sintió que la inspiración para crear canciones y poemas con destino fijo eran devoradas por un gusano gigante de inseguridad, sintió que algo muy dentro de si iba muriéndose y que en la agonía iba perdiendo sus capacidades de dar la vida por alguien. Lloro hasta quedarse sin alma. Odio con el grito en el cielo ser real. Odio a Graciela por ser ella misma y el un pedazo de escollo sin amor.

Graciela empezó por detestar estar empapada bajo la lluvia y tener las uñas desastrosas, odio tener la piel descuidada, extraño los antiguos perfumes de parientes perdidos en alguna parte del tiempo, sintió dentro de si el aroma inconfundible de una loción exquisita, sintió dentro el fuego ardiente y voraz de una vida perdida, desparramada por descuido, desaprovechada por un sentimiento tan insalvable e insuficiente llamado amor.
Odio verlos por las calles entupidamente mirándose a los ojos como lerdos insípidos, cantándose canciones, besándose con las miradas, corriendo con las almas a flor de piel y cambiándoles de posición a las estrellas con los dedos, intranquilamente tarados, perdiendo segundos y horas solo por desidia.
Odio verlos pulular los parques, las playas y las calles, deseándose mutuamente, susurrándose ternuras al oído, esgrimiendo una visión alegre de futuros palpables.
Los odio porque eran parte de la tierra y ella también. Se odio así misma por ser real cuando hubiese dado todo por ser aire o simplemente alma y odio con toda pasión y rabia a Leonel por haberla desviado del verdadero camino.

Los demonios volvieron a pulular la tierra y revivieron las inseguridades, volvieron a oírse lágrimas y a volar corazones rotos por cada rincón del mundo, ante la luz crepuscular o ante la penumbra sin fondo de la noche de estrellas.

Leonel y Graciela volvieron a ser los de antes: dos cupidos sin alma y sin vida.

Texto agregado el 25-03-2008, y leído por 258 visitantes. (15 votos)


Lectores Opinan
14-10-2008 si que estabas inspirado eh felicitaciones los sueños acaban donde comienza la realidad luana
23-04-2008 Genial. No puedo decir más. margarita-zamudio
16-04-2008 Muy buena narracion, buena historia, se merece mas de 5* _Elisa
09-04-2008 Relato que va creciendo al ir avanzando. Eres bueno, tendré que reconocerlo, si señor. Saludo. Jazzista
09-04-2008 es extraordinario, y sólo tienes 24 años. felicidades.5* jardinerodelasnubes
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