Ya perdí la noción de cuanto tiempo llevan callándome y ocultándome, tras una -a veces- falsa sonrisa, o directamente una marcada indiferencia o intento de "olvido". Perdí la noción también de cuantos años ya llevo tratando de mantener cubierta la tan latente herida que no cicatriza por nada. Pensé, quizás, que ya era etapa pasada, página cambiada o sólo un capítulo más de un texto y nada más.
Pero la verdad es que no, no lo es. Es tema presente, desde el pasado siempre ha estado presente, para nunca realmente quedarse atrás. La verdad es que duele, y duele como el recarajo, y hasta el día de hoy le intentaba evitar o ignorar, porque directamente nunca supe como enfrentarle.
Que irónico. Tantas veces mencionando lo contrario, pero nunca, o casi nunca, realizándolo conmigo mismo. Saludos me mandó el Padre Gatica.
Ya sé, son muchos años ya. Ya sé que son distintas épocas, pensamientos, etapas y contextos. Pero el resultado es el mismo, e inclusive pienso que si hubiese alguien querido conseguir calar una herida tan profunda e incerrable, no lo habría conseguido jamás. Quizás la punta de esa filosa hoja no solo atravesó mi corazón de punta a cabo, sino que quizás también hirió mi alma, y por ello no puede cicatrizar. Quizás esa herida de alma es el quiebre de mi interior que hace de esta una batalla interminable y casi sin sentido.
No sé como cambiarlo, la verdad. Ojalá lo supiera. Ojalá supiera como curar esa herida del alma para curar también mi corazón, y curar con ello mi mente también. Creo haber encontrado la raíz de esta tan -valga la redundancia- enraizada maleza del espíritu, pero es una raiz tanto o más gorda y fuerte que el propio aliado que a ella se aferra. Aquel aliado auto-castigante, aquel aliado que sin piedad impone su rabia y su frustración de tantos años cuando quiere y como quiere. Y que, para su fortuna, ha encontrado en los tropiezos o las decepciones externas fuertes transfusiones de energía para fortificarse y seguir viviendo.
Quizás no es una herida del alma. Quizás es una trizadura. Una trizadura de algo que está siempre por quebrarse, y que se mantiene firme ve tu a saber por qué.
¡Necesito! Necesito esa respuesta. ¿Cómo cuesta tanto que alguien entienda? ¿Como es tan dificil que alguien escuche y no juzgue, sino que comprenda y diga la palabra justa para ese rompecabezas incompleto? ¿Es acaso, Padre mío, que no existe esa respuesta en este mundo y todo intento es un esbozo perdido?
¿Como resolver un laberinto en el cual se trazan los caminos desde dentro, pero sin tener el mapa de lo trazado? ¿Como salir de esa enredadera cuya semilla radica totalmente en mi interior, y en tan variados capítulos de mi historia?
Necesito quebrar esa cárcel, esa jaula elástica que me arrastra hacia adentro sin cesar. Necesito recordar que era yo antes de caer en ese juego casi "macabro" que no me quiere soltar, a pesar de los años y del tiempo. ¿Es acaso que realmente acrecento todo, y toda esta confesión no es más que un morro de palabras desperdiciadas al hablar? ¿O en realidad esa respuesta existe pero no escucha mi clamor por verla llegar?
Hoy confieso desde el silencio, desde el lado oscuro de mi voz, donde nadie nunca ha llegado, y donde muy solo me encuentro yo. Hoy confieso, desde esa oscuridad, que agoté todas mis cartas y siento que no me queda ni siquiera un As por jugar. |