No llores, huérfano del padre asesinado
La muerte es severa y el acero cruel
Arrebatado de tus pequeñas y suaves manos, ante ti un guerrero consumado
La honra y la espada sus mayores estimas, y la sangre, de sus ancestros, tuya y de él
Que palpita ardiente en tu cuerpo ahora y clama por el pago
Quemará pronto tus venas inflamando tu corazón hendido
No verás al linaje de los ínclitos devorado por la traición artera
Es tu tiempo, hijo herido, de levantar la frente orgullosa
Hazte de porte gallardo, clama como los dioses en sus moradas
“¡Es este, han obligado al día de mi sucesión!”

Niño de tierna edad “padre perdido”
Seca esas lágrimas- “me aflige la soledad”
De pie, erguido “nunca tanto he sufrido”
Alta la frente “no puedo, me duele”
Crece, hereda “no, nada me queda”
Digno y firme “¿Por qué?”
¡Porque eres hijo de tu padre!
(¡De pie!)

Holgada vida de deleites y arrebatos,
Se permiten los perjuros que al guerrero insultaron con muerte indigna
Sobran los bienes, pues de él y no de otro los han saqueado
¡Son tuyos, heredero! ¡No permitas que la deshonra se haga sitio en tu casa!
Ya es tiempo, de que oigas la voz de la venganza.

Levántate y crece,
Cae y vuelve a levantarte, hasta que las rodillas y manos te sangren
Hasta que no tengas más fuerzas y el aire no llegue a tus pulmones
Cae hasta que sepas cómo no caer y no necesites levantarte
Al suelo y de pie, por lo que vendrá y lo que fue
Ya es tiempo, niño, de que clames por tu venganza

Ese es tu destino, cruel por cierto,
Tu padre ha muerto, tu momento se acercará lo suficiente
¡Crece, aprende, odia! ¡Hasta que sea propio el temor que sientes!
¡Y no quede nadie a quien temer! ¡Y el temor sea tan tuyo, que lo empieces a querer!
¡Arderás pronto en cólera amarga! Querrás entonces beber,
El más dulce de los néctares, más deseado que el poder,
Te harás del deleite de la venganza, oye su llamado, acude sin dudar,
Es pronta la hora, ¡Tienes una deuda que saldar!

Elévense llamados de violencia
Su pupilo se alza en armas
Tiemble el suelo y truenen los cielos
Almas heridas se debaten con demencia
Encumbra el odio, inicia la última carga
Corran traidores, abandonen toda esperanza
¡El heredero al fin ha oído, la voz de la venganza!

Puño de hierro asiendo el acero cruel- “ya no me quedan lágrimas amargas”
Tras brazos nervudos firmes como grilletes- “mis dudas son cenizas”
La fuerza de los dioses lo abraza -“fueron quemadas en la hoguera del odio”
Comienza la insana carrera -“me someteré a la ira imperecedera”
(¡Será tu condena!)

Corren y huyen
Advenedizos sin rostro ni voz
Cabezas pequeñas para corona tan grande
Brazos tan débiles para pesado cetro
¡Son tuyos, heredero! ¡Arrebatados a tu padre muerto!
Ya es tiempo, joven, de que oigas la voz de la venganza

Crece y aprende
Sufre hasta que ya no sepas qué es sufrir
Aliméntate con el odio negro que comienza a nutrir
Tus más terribles furores, tus instintos peores
Denigra tus más arraigados valores, sacrifícalos de una vez
Te has convertido en su más grave amenaza
Ya es tiempo, heredero, de que oigas el llamado de la venganza

La hora es pronta bajo la bóveda negra
El cielo se ha cerrado, ciego a los ruegos de perjuros y traidores
Es esta la calma antecesora, la de la espera
En que sudan los mentirosos y los leales fruncen el ceño
¡Hagamos de sus pesadillas nuestro mejor sueño!
Porque ninguna calma pudo preceder esta tormenta
¡Se acerca tu momento! ¡Debes restañar la afrenta!

¡Suenen los truenos, arrecien las tempestades!
¡El tiempo se acerca, la hora más ansiada!
¡Voceen los cuernos, batan los tambores!
¡Es momento de cazar a los traidores!
¡Desnuda las armas y arremete, su odio lo impulsa!

Ha oído voz de la venganza
(es hora de la matanza)

Descargas de terror “¡piedad mi señor!”
Estocadas de furia perversa “ustedes comían en su misma mesa”
Garante de muerte implacable “no lo haga, no nos mate”
Acreedor de una deuda de sangre “mucho más merecen, por traicionar a mi padre...”

[solo recontrasacado]

Yacen desmembrados los cuerpos, de traidores sin honor
Desparramados sus miembros, en las muecas impreso el horror
Se pudrirán sus restos bajo el cielo ominoso
El cielo por testigo, que no ha podido cerrar los ojos
A tan cruel matanza, al hijo que cobró venganza
Al furor que hizo suyo y consumió su persona
Al camino que lo guió lejos de casa, a pasos sin regreso
Porque de la furia quedó poseso...

(....y ya no hubo vuelta atrás).