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Inicio / Cuenteros Locales / esparthan / Historia sobre Ana. Parte Uno.

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Me gusta Ana; a veces creo que es como un personaje de historia cortazariana: rebelde, encantadora, auténtica. Ahora el problema planteado desde hace algunos días, acerca de lo que sería escribir una historia sobre ella, de tratar de describirla, recrearla en ese entorno suyo que te envuelve apenas cruzas el puente que te tiende con sólo unas pocas palabras. Probablemente comenzaría con una noche hace dos años, cuando la conocí; o algunos días después, cuando la volví a conocer, esta vez en persona; o contando la última vez que nos encontramos, una mañana, como ha sido últimamente. Podría decir también la manera en que acostumbramos andar por la ciudad, siempre uno al lado del otro, siempre en contacto. No me lo imagino de otra manera sino así, andando por las tardes en las calles del centro, por el parque nacional, sentándonos en la banca de concreto en ese jardín, a la sombra de ese árbol, mirando cómo se sonríe de ciertas cosas que sólo ella y yo conocemos, de todo eso que nos decimos sin necesidad de hablar, el lenguaje que hemos desarrollado a base de tiempo, de miradas, de tacto, de aromas. Todo bien hasta aquí. Anoche la llamé, hablamos de ciertas cosas de hace tiempo, de nostalgias, de sueños. Ahora la imagino en una tarde que bien podría ser ésta, esperando sobre el puente del río Cupatitzio que cruza por el centro de la ciudad, pensando en ese recuerdo que se le ha escapado la noche anterior apenas cerró los ojos para dormir. Hay recuerdos que no valen mucho la pena, que tal vez no nos importan lo suficiente, que más bien queremos olvidar lo más pronto posible. No éste. Éste es un recuerdo especial, de algo que sucedió hace tiempo, no sabe ahora con quién, ni bajo qué circunstancias, sino sólo que tiene que recuperarlo a como dé lugar. Así que espera esta tarde sobre el puente, lo espera, tratando de divisarlo tal vez entre las ondas del río, o verlo venir envuelto en una nube de polvo que levanta un camión urbano al pasar. Pero él no aparece. Bien podría llegar la noche y el frío comenzara a descender lento sobre la calle, sobre el puente. Anoche estaba ahí, lo siente (porque este tipo de cosas no se saben a ciencia cierta, simplemente lo sientes en algún momento: falta algo. No sabes qué, pero falta), así que trata de recordar, en vano. El recuerdo escapó por alguna razón, de ese apartado de momentos que valen la pena atesorarse. Despertó esta mañana y había desaparecido, dejando un espacio en blanco sobre ese apartado especial al que sólo ella tiene acceso, y que ya no está. De manera que ahora obscurece, y Ana decide echar a andar sobre la calle, hacia la avenida Juárez y después doblar por 5 de febrero rumbo a la plaza Morelos, y más allá, a la avenida Independencia, donde en la habitación de un segundo piso, decorada con fotografías de cantantes de rock a blanco y negro, y sobre una mesa donde hay algunos libros de Paz, Neruda y Huidobro espera un sobre morado que tiene su nombre escrito en la cubierta. Al llegar (porque le he dado las llaves dos días antes), ella lo toma y lo abre.

Texto agregado el 24-03-2008, y leído por 88 visitantes. (2 votos)


Lectores Opinan
23-09-2008 Muy fluido y se transmite bien un aire nostálgico. Solo_por_ti
25-03-2008 Una historia narrada..con sentimiento verdadero y imagenes..que algunas vez visualisaste en el trecho de tu corazon...enamorado y ocupado...por alguien que no solo te produce silabas en la boca sino que te hace plasmarlas con esencia pura----muy lindo...besos evagnf
24-03-2008 esta excelente amor,muchas gracias! :) ya quiero saber q dice el sobre Pasajera_en_trance
 
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