Esta noche, si pueden, quédense a mi lado.
Aguanten, con firmeza, pegaditos a mí, como agunatan los palos a los que atan las correas de los "perros peligrosos" de las casas.
Quizá ésta sea la noche en la que más les necesite. El cielo está demasiado oscuro y yo, bastantante más que él. Sólo será un ratito. Pronto llegará la mañana y volveremos a brillar, como faros inmensos sobre vastas montañas.
Más noches llegaran y, quizá, vuelva a requerir su compañía. Mas, no me etreveré a solicitarles. Si hoy en deuda me dejan con ustedes, en deuda quedaré toda mi vida y en paz les dejaré. Pidiéndoles a lo mejor, permiso para evocarles mentalmente en más noches envenenadas como ésta.
Si se van hoy, sé que lo harán por siempre. Si se van hoy, no podré dormir. Me condenaran a una vida vampira, teniendo que sobrevolar cielos muertos como los que no me atrevo a mirar, hasta que llegue el alba.
No se vayan, porque al abandonarme me desencantaré y no permitiré que vuelvan a arrullar mi corazón, ni mi tristeza. Dejaré de creer en la esperanza.
¡Quédense!
Me da igual que se queden ustedes las estrellas o ustedes, los momentos felices, o los buenos recuerdos, o los besos de un amor acabado, lo que sea. Cualquier cosa con tal de no encontrarme sola una noche más. |