a ti pequeña criatura
Ahora voy a decirte,
lo mucho que pienso en ti,
no para que te jactes,
ni para que te sientas orgullosa,
ni para que tu a la vez
hagas lo mismo conmigo.
Acuérdate de que las cosas nacen
a veces fuera de la voluntad,
y cuando las amarramos,
rápidamente se deshacen.
Las cosas funcionan libres,
lejos de nuestra medida,
pero tan cerca de nosotros mismos,
las sentimos como nuestras,
y cuando se van,
quedamos solos como un desierto,
vacíos, resignados,
casi muertos.
Si pienso en ti es por alguna razón,
y razones hay muchas,
pero como tu no hay tantas,
y como yo tampoco,
y si somos tan únicos,
¿podremos quemarnos juntos
en el infierno del olvido?
¿o estamos cosidos al mismo sueño
y tenemos en común el infinito?
Pienso en ti sin querer hacerlo,
sin quererlo ni un poco,
porque ya quiero que te vayas,
de una vez por todas,
y me dejes con mi vida,
sólo y a mis anchas.
Pero las cosas nacen solas,
a veces sin quererlo,
llegan y se quedan,
se quedan y te clavan,
te las quitan y junto con ellas,
te deshaces.
Cuando eso pasa,
más solitario está el desierto,
con las cosas sobrevolando la arena,
sin tocarla ni un poquito,
pero tentando a la tormenta.
Así pienso sin quererlo,
desahogando las ausencias,
dejando pasar el tiempo,
sujetando las apariencias,
aferrándome a la nada,
siendo libre como siempre,
castigando mi imprudencia,
extrañándote tanto, tanto
tanto,
que a veces ya no existir
quisiera.
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