El calor suda por mi rostro esta tarde-noche. Algunos se olvidaron que te amo, yo tambien intente hacer lo mismo.
A ti la distancia parece te ha costado menos. No me hagas caso, es que no te he visto hace tanto. Los dias se me hacen eternidades y mi garganta cada vez apaga más esto que habia preparado para decirte.
Cuánto más puede el hombre mentirse, por qué te negaria si te quiero. Y por qué entraste tan holgadamente, nadie antes habia podido, pero tu no sabes eso, ni siquiera ellos.
Ahora que hacía mi trabajo imaginaba que estás bien, que tus cosas marchan muy bien y que deseo en cada instante todo resulte en ti de maravilla.
Y por más que busque mil maneras de acoplar las palabras, tal vez nunca le de en la tecla. Tanto deseé que eso ocurriera que arrebaté el fuego. Te fuiste antes que te amara con todo mi semblante. Te fuiste antes que pudieramos crecer juntos.
La vida me encontró en febrero a tu lado. Te apareciste por arte de magia en bicicleta, con unas ojotas blancas, jeans, remera blanca y una preciosa campera verde. Cordial en tu prestancia, laborioso de espiritu y solidario en el tiempo de los demas.
No te vi sino en el tercer encuentro, donde parece hinque tu rústica seguridad y planteé más de un interrogante. Lo que en verdad ocurre es que desperté violentamente tu orientacion y el resto lo hace la sensibilizacion, aunque esto no tiene sino lugar por algun tiempo; pues verás, la habituación lo calla todo -hasta el mismisimo amor-.
Y las cotidianeidades de la vida, las de la carne en particular, son fuertes de raiz y tiran tanto, -o mas- que la visualizacion del amor a través del corazón. Y por más que uno se jacte de haber leido mil poesías, el cuerpo grita más fuerte y los protocolos culturales de mujer no se hacen rogar mucho mas de lo que un segundo dura de vida.
Y podré amarte aqui en este espacio pequeño y podré esperarte y no apareceras porque hay razones que pueden más. Razones que han sido debiles en mi y no me han permitido llegar a tu abrigo.
Confieso, por primera vez y temerosa, he amado cada uno de tus abrazos y si algo me concediera un deseo, desearía un vida bajo el abrigo de ellos. Amé el dia que dijiste que tenia algo hermoso, hoy lo guardo con recelo tanto que pelearia a muerte con el olvido si quisiera estropearlo. Pero, no se si sea justo guardarlo ahora que no me pertence y que las contingencias de la vida apartaron tu interés de mi.
Hubo veces que pensé, por primera vez, habia despertado amor verdadero, que esta vida me habia obsequiado la mayor de las riquezas.
Tal vez un milagro baje hasta aqui y me deje vivirte, te permita conocerme y en ese conocimiento amarnos como por primera vez; creando cada uno mil primaveras. |