El momento había llegado. Tras de mi, casi eran incontables aquellos que me acompañaban en mi objetivo. Habran sido cientos, que se yo. Y frente a nosotros, otros cientos estaban totalmente preparados para ir en el objetivo exactamente opuesto. Probablemente ambos bandos perderían muchos de sus integrantes en el desarrollo del proximo evento. Muchos se perderían al iniciar, otros en el intertanto, y pocos lograrían llegar sin contratiempos al objetivo que nos habíamos fijado, cada uno de nosotros.
El campo estaba listo. Ellos, nosotros, y una gran brecha vacía entre ambos lados. Frente a frente, concentrados al 100% en alcanzar la meta deseada. Solo faltaba la señal.
Una brisa corrió. Se extrañó la bola de espinos que diera más caracter a la situación, pero no siempre se puede tener todo.
Y ahí apareció. La señal que daba inicio a la campaña.
Como una sola gran masa, comenzamos nuestro caminar. Nuestros opositores hicieron lo mismo. Paso a paso, el suelo retumbó. Nuestras manos aferraban fuertemente aquello que cargaban, y se aprestaban al momento del gran choque, para evadir a los contrarios y vencer. Bum, bum, bum, bum, resonaban las pisadas, y finalmente los dos cabecillas nos encontramos frente a frente. Apenas y pude evadir la colisión, y adentrarme entre el mar humano que frente a mi se divisaba. De reojo pude percibir como algunos de mis compañeros eran detenidos por los adversarios, desviados e inclusive, devorados por la horda que enfrentaban. Me incliné lado a lado, me agaché, frené y avancé, evadiendo cual danza coreográfica a mis rivales uno tras otro. Era mi única oportunidad; si fallaba, mi vida podría quedar altamente en peligro.
Sólo un poco más. Sólo unos pasos más...
El último adversario parecía estar dispuesto a impedir que alcanzáramos nuestro propósito. Se zigzagueó deteniendo nuestro avance, e inclusive hizo relucir una de sus herramientas, quizás para atemorizarnos. La señal de lucha comenzaba ya a desaparecer, y pronto vendría el cese de la batalla. Tres pasos, dos... uno...
¡Listo!
Lo había conseguido. Celebré mi victoria en silencio, tras la agotadora tarea. A mi lado, y tras de mi, algunos de mis compañeros me alcanzaban, probablemente tan cansados y alegres como yo, tras la victoria obtenida. Pero no habría mucho tiempo para celebrar, pues otra batalla se nos presentaba en un costado.
La señal venía otra vez...
...la luz verde, nos indicó que podíamos cruzar la calle, otra vez, ahora en la calle lateral. |