De pronto fue noche, el negro impuso su presencia y ya todo el color cesó, solo algún leve crujido alertaba el oído, los ojos sobraban en esa penumbra total.
Entonces de a poco el negro cedió, primero como fantasmas aparecían formas, que luego se convertían en figuras, los ojos esforzábanse en descifrar la penumbra.
Y así, casi como un milagro las estrellas comenzaban a brillar y se reflejaban en el paisaje oscuro hasta allí y dejaban adivinar formas aparentes y extrañas, entonces, la mente se adueñó del lugar y el negro que lo había invadido todo, dejó paso a esa penumbra tan afín al amor y a la poesía, y ya la oscuridad total dejó paso al sentimiento y apenas un bosquejo de luz iluminó sobradamente el lugar.