Es afuera,
es adentro,
y finalmente opta por el centro,
entre el vidrio y la calle
atravesada por el sol
por un calor que suspende el tiempo
En un enero perenne y pesadilloso,

Se me cae la boca,
Se me cae el cuerpo en otro cuerpo
De ojos tendidos
al cordel de los astros

Y es algo desconocido que,
Sin embargo, guardas extrañamente
en la memoria.

Es afuera
Un poco adentro
Y quieta en su posición intermedia,
Aunque para el caso,
-Para todos los casos-,
Ya no tiene importancia.

Bajan chorreantes las luces
Por este edificio de Quilicura,
Y veo a una mujer,
Y veo a dos mujeres,
Arrancarle el corazón a un perro,
O algo parecido
No hay caso con este caso,
Un pájaro duerme en mi cabeza
Abre las alas
Y me perfora la frente.

Cierro la boca y me subo a un árbol de humo,
¡Reloj, Santiago, Tierra, Putas y Putos,
Detengan sus ruedas
Y aspírense a sí mismos! Mierda.



Tómenme el pulso;
estoy muriendo de
Estar muerto

Llévenme a esa casa antigua,
Que olía a naftalina y poesía rosa,
Quiero ir con esa mujer,
Con esa que decía –adiós- y se quedaba..
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Ábrete el pecho, mujer,
Y escucha por ahí mi voz
que suena desde el fondo,
lugar en el que me siento a observarte

recuérdame lo mortal e intrascendente
que soy ante el espejo tuyo.
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Ser recordado por alguien;
Por tu mascota,
Por tu hijo,
Por tu señora,
Por tu cenicero,
Da igual,

Se van apagando las luces de tu voz,
-Corte circuito- entre un mundo y otro;
El que piensas
Y el que existe (si es que existe)

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Sírveme un poco de cerveza
Quiero ver como te tiemblan las manos
Del alma
(Y digo –alma-así como por darle un nombre
al vapor que nació contigo)
Lánzame por el borde del metro Parque O' Higgins
Deja que me desplome en sueños y en gente,

Algo muere en el diván,
El viento sopla un poco atardecido.