Tocas mi guitarra, que a pesar de ser mía se hace tuya cuando la abrazas contra tu pecho. Luego del baile de notas aladas, yo sonrío y tu simplemente carraspeas, dándole fin a una secuencia de sonidos y hasta imágenes que parecen indelebles. Buscas entre tus dedos más canciones que tocar, yo busco en mis oídos tu voz clara y cálida, que teje con hilo de plata cada palabra, cada melodía, y me deja en las manos un rastro de estrellas.
Te vas luego de un rato. No me abrazas, pero tampoco hace falta, para eso tengo a mi guitarra. La tomo entre mis brazos, siento que tus caricias se hacen mías. Tus huellas me huelen, y yo huelo tu esencia en la madera vieja de mi instrumento. Tú, hoy, te vas, pero en ella queda tu espíritu, tus notas agudas y graves, tu voz. Y sólo ésto me basta para dormir y amanecer viva un día más, solo con ésto es suficiente...