Duele el alma de llenar de primaveras mis inviernos, de intentar seguir mi sendero, duele la risa y duele, cada vez más, la despedida. Hoy con mis manos surco tu cuerpo en mi recuerdo y por agujeros se van ahora mis miedos. Duelen los atardeceres sabor esperanza y, como no, los amaneceres sabor a olvido. Ahora me fumo las fotos que saboreo con nostalgia. Me bebo en sucias barras de bar el recuerdo de tus palabras.
Texto agregado el 19-03-2008, y leído por 132 visitantes. (4 votos)