A pocas horas del festín navideño y de la culminación de un año más, mi mente divaga lo qué hice (incluyendo también años pasados), a quién dañé, cómo cambié y cuales fueros los personajes que participaron al lado de mis felices y por qué no, tristes hazañas de la vida. Por eso me gusta recordar, aliviar mis errores, tomando del pasado escenas que nunca más volverán a repetirse, qué nunca más volveré a vivir ( Eso me da mucha nostalgia y embriaga mi alma como si estuviera consumiendo ajenjo).
Así soy yo, melancólico, aunque no lo parezca, suelo revivir en mi mente, el pasado de mi vida, y proyectarlos como una película a estrenar.
Estas líneas se las dedico a mis amigos que estuvieron conmigo y ahora extraño su compañia, sus palabras, mi corazón clama su ausencia (la amistad es un acto del corazón), pero yo me porté mal, lo reconozco, mi mente flajela mi corazón con esos recuerdos y los atormenta por los grandes errores que tuve con ellos.
Aún no identificaré a nadie, solo diré de manera interpersonal, que lo siento, que nunca quise hacerle daños de tales magnitudes, nunca me lo propuse; solo se dieron. A unos les hice más daño que a otros, por eso les pido sus sinceras disculpas, porque sé que no podrá ser como antes, los tiempos han cambiando, y nuestras vidas han aprendido más. Solo les clamo consideración y qué, ( esto puede sonar completamente fácil y muy cómodo de mi parte), me sepan comprender mis actos, mis barbaries y mi entorno de aquellos tiempos. Me encantaría volver a retomar esas amistades con esas ganas de tiempos pasados, pero no, ustedes ya no me darían esa oportunidad, pero igual se las pido.
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