Algo me lo pide desde el pecho, clamando como sólo una ardiente campana puede reclamar… Tengo que convocar todos sus recuerdos y hacernos otra vez inseparables, igual que éramos al principio.
Cuentan que cuando yo nací, el Largo estaba allí presente, con los ojos muy abiertos, como alumbrándome el camino. Desde entonces, siempre estuvo a mi lado y la vida era un eterno domingo.
Va para tres años que el Largo se fue. Lo esperé cientos de días con la fe ciega de que en cualquier momento iba a aparecer. Como él no venía, yo lo busqué; creí verlo por el cielo flotando entre los borreguitos blancos; después, miré en la tierra y los diminutos escarabajos, ésos que brillan, tenían algo del Largo. Todo me hablaba de él; en todo estaba él. Pero su rostro se me iba borrando, nudosos presentimientos negros se querían llevar mi esperanza. Algunas noches, cuando pensaba que el Largo jamás volvería, se encendían en mí preguntas y una agitación creciente se encaramaba por mi cabeza avisándome de que lo único que podía hacer era olvidar. Yo olvidé, pero sólo algunas cosas…
Se me aprieta el corazón cuando la gente habla. Dicen que su última línea estaba escrita cuando de noche salía a comerse la ciudad. Dicen que se trazó un mundo a oscuras y se vio envuelto en una muerte con atraco. Dicen y dicen del Largo; cuentan mentiras, yo no quiero alzar la lengua, bien sé que él no es pájaro oprimido, él es tigre avasallador y, tal vez, algún día vuelva despoblando los augurios, asombrándolos a todos y cerrando sus bocas.
Yo, mientras tanto, he buscado una caja de lata, la he pintado por dentro de verdes abrileños y por fuera de azul con escuadrones de luceros blancos, guardaré las cosas que él me dejó: dos cedés de Triana, un reloj de oro falso y otro que parece auténtico, un álbum de fotos, algunas cartas que me escribió cuando estuvo en Marruecos, una pulsera de cuero y otra de coral, también algunos dibujos. Por si acaso, respetaré nuestro propósito de silencio.
Hoy, con los ojos mudos y gimiendo las palabras en la curva de la carretera donde dicen que te dio alcance la policía, te dejé una nota: “Duerme, hermano, la noche es larga, pero ya ha pasado”. |