TEODORO.
Regreso a mi departamento silencioso, acostumbrada a vivir sola a veces sueño que aún estoy en la casa de mi abuela, ahí viví muchos años, ella me crío. Estoy contenta, lo que a veces me inquietaba respecto del futuro lo he solucionado de la manera más increíble. No sabía que heredaba la parte de mí madre al fallecer mí abuela. No puedo quejarme, la tía Florencia me ayudó hasta encontrar este buen departamento después de vender las propiedades. Y de ella fué la idea de que antes de hacer el Inventario para el Remate cada uno cogiera por necesario o por sentimiento algunos enseres. Muebles antiguos, de buena calidad no quedan y quitan espacio en las reducidas habitaciones de ahora. Por lo tanto yo elejí dos cuadros antiguos con marcos de dorado envejecido. Algunas piezas de cristal como una preciosa botella para el agua en el velador, unos platos de postre, un viejo y pequeño cofre con el interior de raso gastado, ahí mi abuela Antonieta guardaba las fotos de los que se marchaban sin regreso y decía : -Guardo el dolor para seguir siendo feliz con los que me acompañan. y sus ojos se volvían al salón par contemplar las fotos de sus padres y suegros que tapizaban la pared. Eso me causaba una gran emoción.
-Como se va la vida dejando estelas de naftalina.
Sufrí pánico antes de cumplir los cuarenta años, recordé que abuela me mostraba un seria y atractiva figura de uno de esos añosos cuadros y me decía:-Ten paciencia, niña encontrarás al hombre que ames, ojalá sea como este,tan bien parecido, Teodoro mi primo muy amado, se fué joven y no dejó descendientes.
Superé el miedo porque me siento igual que antes e incluso me cuido más y mejor para no tener que tratar de cruel al espejo antes de los cincuenta. Mí último amor. Miguel Angel se enamoró de una nueva compañera de la oficina más joven que yo y eso fue doloroso. No debiera importarme, no estoy sola, Teodoro está muy bien, incluso se ve atractivo con sus ojos oscuros que calan hondo y a veces cuando estoy en la oficia quisiera tenerlo a mi lado. me inspira un halo de calma, de paciencia me da seguridad. Me doy cuenta que ahora me agradan sus bigotes que antes los encontraba detestables. El no va a abandonarme, me acompañará hasta cuando yo quiera.
Mi dormitorio lo ubiqué en el cuarto más grande con lo más indispensable y el ramo seco de rosas amarillas, último regalo de Miguel Angel, lo curioso es que no se han deshojado y eso me alienta una nueva ilusión.
Los cuadros antiguos lucen fantásticos a ambos lados de la ventana del otro cuarto el buenmozo Teodoro y Consuelo, una pequeñita, fueron pintados en la misma época por un pintor extranjero y famoso que vivió un tiempo en Chle dedicado a eso. Una mesa
escritorio colocada debajo de una repisa armando un mueble funcional que acoge discos, libros. Un aguamanil de cristal donde coloco la bisutería y se ve precioso. Soy romántica y pequeñas cosas sirven. Por supuesto que hay un espacio para las fotos queridas del recuerdo. La simple decoración de mi hogar es sin estilos, objetos de bajo costo y adornos artesanales.
Teodoro afirmado en la pared del cuarto observa mis movimientos, sus ojos me siguen por donde voy arreglando y coqueta le consulto sin esperar respuesta:-Teodoro, que te parece que a fin de mes compre una alfombra para este cuarto, no será de lujo. bastará que no se resbale y sea bonita ¿Verdad, amigo?
Me cambio de ropa y sorprendo a Teodoro mirándome con los ojos brillantes de una luz extraña. Alarmada me cubro y el sonríe, estoy segura que sus labios se movieron en ese momento. Ante de salir de ahí un poco avergonzada y confundida para calmar la incertidumbre miro de reojo el cuadro y digo en broma. -¿Vienes, Teodoro? Te invito a una ensalada y un trocito de pollo.
El calla y me lanza una ardorosa mirada. Y río nerviosa.
Si no vienes, tú te lo pierdes.
Y evito mirarlo sé que el lo hace y juego a la indiferente. Lo dejo a oscuras y me voy a la cocina, pero antes le digo:
Espera, ya que no puedes irte.
-¡Eso crees tú!
No, no puedo creerlo. Tal vez coincidió con algo que pasaron conversando bajo la ventana, me asomo y no hay nadie. Vuelvo al cuarto y enciendo la luz y Teodoro me sigue con su varoníl mirada en mis cortos desplazamientos. Me siento a hojear el periódico de ayer, nada importante. La mirada de Teodoro fija en mis piernas me molesta.-¿O me halaga?
Estoy acostumbrándome a su presencia constante, a consultarle respecto a mis cosas. Me sorprendí inquiriendo que zapatos quedarían mejor con mi traje azul. Y preocupándome de la hora de volver a casa.. Al sali yo de la habitación me guiñó un ojo y eso me embarullo en extremo. En las mañanas cuando salgo él ya está despierto como si se hubiera levantado horas más temprano que yo y me despido con un tonto juego de palabras: -Hasta la tarde Teodoro, te adoro.
Río y le lanzo un beso. Se que al regreso me estara esperando, rápidamente paso a comprar y pienso si le gustará la compota o el yoghurt.Y freno mi imaginación desbordada. Me ruborizo. Aparte de que se ha metido tanto su compañía en mí vida que a veces he estado a punto de nombrarlo. La verdad que es solo mi compañero, el que nunca me abandonará, el que me espera. No deseaba ir a la boda de Miguel Angel, ni participé en la cuota para el regalo. Aún me duele su traición. Insistieron porque es pasado.
-Sería absurdo, afirmé.
-¿Por qué? Puedes ir con Teodoro. oí voces casi en coro. ¿ Es que yo hablé de Teodoro?
Deseé ir a casa inmediatamente, pero no podía y tuve que soportar miradas torpes y sonrisas capciosas.-¿O no? Fue largo el resto del día.
Desanimada llegué a mi refugio, encendí luces y no oí música como es mi costumbre. Entre al cuarto sin mirar a Teodoro, sentándome en el sillón para descansar y subítamente el dolor brotó como un surtidor por mis ojos. Repentinamente mis sollozos fueron interrumpidos por una caricia leve en mí pelo, no la tomé en cuenta, después un largo brazo se extendió sobre mis hombros, un aliento frío llegó a mi frente, a mi cuello, alcé mis enturbiados ojos y ví a Teodoro con infinita ternura secando mis lágrimas y creo que me desmayé. Desperté en mi cama, no se en que momento me acosté, no recuerdo nada, me siento muy cómoda y relajada, las sábanas son tan suaves y al darme vuelta caigo en la cuenta de mi absoluta desnudez. Busco en mí mente el momento que llegué a mi cama y no está, si la sensación de irme desvaneciendo. Tengo miedo, esta pesadilla está grabada con fuego, la congoja me corroe y no puedo llorar, mí estómago está comprimido. Me levanto, voy al baño y me doy una ducha para despejarme. Paso de largo por delante de la puerta del otro cuarto. Anoche todo fué tan extraño que nunca estaré segura si lo soñe. Aparte de apenada estaba con mucho cansancio. Voy al otro cuarto y la puerta está entreabierta y no se que pensar Teodoro no está, desorientada lo acecho inutilmente,el marco está intacto y el antiguo retrato de Teodoro desapareció. Al otro lado de la ventana permanece el otro cuadro con el retrato de Consuelo la pequeña con su cabeza llena de rizos, hermosa, sus ojos de belleza exótica me miran, sonríe dulcemente y extiende su pequeño brazo y con su mano de dedos rosados me indica la ventana abierta.
Silvia Parra B. |