Las horas

“El reloj no existe.
Existe el tiempo y su delirante canto.”



Escalar la montaña
darle vueltas y entrar
hasta encontrar la piedra
invocar la inocencia
y después saltar al lago
escondido en ella.

Desnudar la alegría
y olvidar la tristeza
por un instante de luz.

Estar en la inconciencia
sobre la serpiente
sumergidos en la luna
bajo efluvios extraños.

Reír.

Y después de reír
llorar.

Que las lágrimas
se confundan con el agua
música que cae entre piedras
como un remedio para los males
y la excitación.

Celebrar la inconsistencia
y la fatalidad de vivir
ajenos al orden.

Permanecer quietos
hasta ver las primeras gotas de fuego
en pequeños enjambres
que llueven sobre nosotros
sin tocarnos.

Observar inmóvil
el espectáculo de luz
el deleite
el tiempo
estar en trance.

Nadar entre luces
nenúfares en llamas
que se confunden
en la superficie.

Lentas motas de bengala
están por todas partes
suspendidas.

Esto es la magia
una idea.

La sonrisa congelada
por la droga de las notas
descansa libre en una flor
y los ojos hacia dentro
imaginan el sabor de la palabra
hasta el desprendimiento.

Luego secarse el peligro
vestir la rutina y caminar.

Tomar ahora el sendero de árboles
que caen cuando alguien pasa.

Los gritos por todas partes
que ahora no son de placer.

Volver al desamparo
al espanto de la ruina
a la ciudad y sus encantos.

Qué gran vida
volver a ser el mismo
después de haber nadado en las aguas
después de haber estado en la cima.

Ahora existen las horas.