Caí en un texto lleno de personajes. Personajes de informes tamaños y colores.
Salté a una columna, llena de halagos y afecto.
Me sedujiste de golpe, me comprendí un novato.
Me interné en tu historia, me llené de magia. Me llené de euforia.
Y te saludé en persona, fui, golpeé tu puerta, te dejé un recado en la ventana abierta.
Te invité a mi casa, preparé la mesa. Si hasta, esperando, llené tu taza...
Mas no fuiste al encuentro, yo caí deprimido. Te busqué por los bosques, para descubrir...
que te me habías ido.
Por unos míseros meses, no llegué a conocerte. Pero tuve, tengo y tendré siempre, la dicha de leerte.
En humilde homenaje, Kuroq, a su maestro post-mortem, Malomo. |