RAMAS SECAS
Un corredor de 500 metros de olmos dan dignidad a la pequeña granja, otrora criadero de reproductoras.¨ La granja maldita¨, al decir de un antiguo socio del viejo granjero.
Recuerdo particularmente ese día de Septiembre del ´96,fue el ideal para que la conocieran esa pareja de porteños. Conocerla fue enamorarse de sus azahares, sus flores, sus árboles añosos. Debo aclarar que como granja estaba inactiva desde 1990, aproximadamente, así que no había olores que empañaran el perfume de las flores y la hierba recién cortada.
La casa , un antiguo chalet con techo de tejas francesas y revestido por lajas, tenía una galería hacia el Este, engalanada por un magnífico ejemplar de magnolia. Hacia el Norte se desplegaba el parque con un gran cedro en el centro; hacia la izquierda, la pequeña pileta de natación , adornada por una adelfa de flores rojas; y hacia la derecha , un montecito de frutales: mandarina, limonero, pomelo, ciruelo, manzano verde y rojo, en cada temporada mostraban sus dotes. Una cortina de ligustros ocultaba la vista de los galpones, 10 en total. No estaría completa la descripción de las instalaciones si no hiciera mención especial de la Planta de incubación, el gran orgullo de sus primitivos dueños y lo que les permitió hacer de éste un pequeño Imperio, dentro del pueblito de Altamira en la ciudad de Mercedes, provincia de Buenos Aires. Dicha Planta se ubicaba en un predio sobre el lado izquierdo del terreno, a metros del camino y sobre el nivel del mismo. Su entrada era independiente de la que correspondía a la casa.
La zona de los galpones estaba circundada por un camino asfáltico. Todo el conjunto poseía su magnificencia debido a esos maravillosos olmos, haciendo con sus ramas un reducto fantástico....
La pareja que mencioné, un matrimonio con cuatro hijos, adquirieron la propiedad, el imperio se había derrumbado a la muerte de su dueño y la viuda no podía con él
No tardaría en darme cuenta que estas personas no eran del todo comunes....
Lo primero que me sorprendió fue que eligieran para mudarse nada menos que el 24 de Diciembre; pero antes es digno de mencionar un episodio ocurrido un Sábado por la mañana.;confieso que me divertí muchísimo. La casa estaba cerrada, ellos tenían sus propias llaves. Se sorprendieron de que aún no se hubieran ido los caseros; de todos modos , tenían urgencia de usar el baño, así que entraron , no sin antes asegurarse de que no estuvieran sus moradores.
Clara notó la prolijidad y limpieza que había en la casa, en tanto que Felipe, recorría con la vista los defectos de los techos, la mampostería y los pisos...
A la media hora de estar allí, alertados telefónicamente por los dueños de la granja vecina, llegaron en una F100 roja, una pareja joven con su hijo adolescente.
Mi diversión fue al percibir una repentina sacudida en los cimientos cuando los tres ocupantes de la camioneta pusieron sus pies en la tierra y avanzaron hacia los intrusos, que ya habían desplegado la carne para el asado en la mesa del jardín; al fin y al cabo ya era su casa, qué tanto....
La segunda sorpresa la tuve cuando al mes de estar aquí , Felipe comenzó a voltear los techos y el revoque de la mayor parte de la casa , levantó los pisos dejando al descubierto una espesa capa de alquitrán pestilente; un enjambre de moscas se apoderó de todo el espacio, persiguiendo al que ingresaba con extraña insistencia, situación que se prolongó más de lo que cualquier humano en su sano juicio pudiera soportar.
Los pobres pasaron por varias etapas. La primera podría llamarla , aventurera. Transcurrió durante los meses de verano, comenzando precisamente con la destrucción y extendiéndose hasta mediados de año; abarcó la tensión del comienzo de clases, la casa sin terminar de la cual sólo utilizaban el baño abriéndose paso entre las moscas con insecticidas; dormían en una piecita que había detrás de la Planta de incubación. Tenían la extraña costumbre de cocinar con leña, el problema era cuando llovía...
La segunda etapa fue la hortícola. Lograron de la nada una plantación fantástica de tomates cherry, pero errados en la variedad sólo pudieron vendérsela a un puestero de la ruta 5 que los mezcló entre los duraznos ,los dulces caseros y los salames quinteros...
Finalmente llegó la etapa avícola. Acá es donde vuelvo yo a divertirme.
Debido a que Felipe trabajaba en Buenos Aires, barrio de once, Clara fue obligada a hacerse cargo de la granja , ayudada por sus hijos y un empleado. Al principio fueron 5 galpones pero luego de la segunda crianza incorporaron 5 más, 10 en total.
Ocurrió que al ver a los plumíferos recordé viejas épocas y sólo de ver el pavor que sentía esa mujer por los pollitos, me estimulaba.
La pobre se levantaba apenas escuchaba piar, lo que sucedía apenas amanece, y casi siempre era una desventura, sobre todo cuando miles de pollitos sedientos se abalanzaban sobre los bebederos ni bien veían que comenzaba a salir agua, se pisaban entre ellos , se picoteaban, algunos quedaban con sus cabezas aprisionadas por los flotantes, en fin , una calamidad. Le llevaba toda la mañana componer los galpones afectados por mis travesuras. Esa era la que más me gustaba , porque producía un gran efecto psicológico, se echaban la culpa unos a otros de haber cerrado las canillas Y por supuesto , ninguno había sido...
Pero un buen día de Diciembre del año 2001, pude notar que el mundo se les derrumbaba y...sentí piedad, comprendí que realmente amaban ese lugar que a mí me había llevado al suicidio hacía tantos años. Si bien eran incapaces, al menos tenían voluntad y mucha fuerza. Juro que no fui yo el causante de su partida. El granjero vecino, al conocer la situación, les ofreció comprar la granja, demoliendo al poco tiempo todos los galpones, sembrando en el lugar una gran desolación.
Lo que me preocupa ahora es el epíteto de granja maldita; creo que a él se debe que yo esté así ,acompañado por los espíritus de mi granja, hoy abandonada por los humanos...recordando a esos porteños que quisieron transformarla un 24 de Diciembre.
Fueron tan extraños que abandonaron el lugar pero nadie en los alrededores se olvidó de ellos, de sus tiros al aire por las noches, de sus búsquedas frenéticas cuando se les perdía alguno de sus incontables perros, de sus terneros que respondían al llamado de Clara por el premio de una buena ración de cereal. Como tampoco se olvidarían de ¨Homero¨, el bar que los dos hijos mayores armaron en la ex Planta de incubación, transformándolo en lugar de reunión novedoso para el alicaído ánimo de los mercedinos : rock, cumbia, conjuntos locales y algunos visitantes de pueblos vecinos le cambiaron los aires al pequeño pueblo de Altamira. Homero y su música, Homero y sus bandas, Homero y sus partidos de truco, Homero y sus billares, ...pero también su cerveza y sus peleas de borrachos. Un día Homero cerró sus puertas para siempre y todo volvió a la oscuridad; el silencio volvió a apoderarse del enorme galpón...
Pero hay algo que seguramente no podré superar por todos los siglos; con la partida de Clara y su familia, algo irreparable sucedió : ese magnífico camino custodiado por los olmos, observa hoy cientos de gigantes de ramas secas que se desmigajan con cada tormenta, sembrando el campo de su madera grisácea, crujiente... cubriendo mis huellas, las del viejo granjero, las del joven hijo de los caseros, las de su último dueño...hasta el fin de los tiempos.
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