En la jornada en que caiga se harán añicos los tenedores y las cucharas servirán solo para contener recuerdos y ya no comeremos mesas de alquitrán o ventanas de celulosa, comeremos nuestras efemérides y nuestros próceres, será la mala hora de los presentidos y de los designados como locos, o como son los locos que son solo ellos y nosotros a la vez. O las locas que andan preñadas de ilusiones en labios rojos de besos imaginados, ellas, tienen hijos perfectos pues no nacen, ellas son las madres de todos nosotros y no las vemos pues las encerramos para no enamorarnos, madres, esposas, amantes y hermanas, religiosas y pastoras de rebaños alados.
Y sucede que se acuestan con un solo hombre y protagonizan vides luminosas.