El Estado no es la madre de nadie, pero el fin principal de la civilización es la supervivencia, por lo tanto, al final, la civilización se sublima a estadios superiores, y se convierte en cosas como “patria”, “nación”, “pueblo”, “estado” o “ país”. Al final, como he dicho anteriormente, la civilización, que está a nuestro servicio, nos sirve de soporte, y libremente nos sometemos a todo tipo de normas.
La Ley es nuestro amo y señor, aunque en un principio es para regir el comportamiento y relaciones de los humanos, por nacer de la razón se ha tendido a divinizar, como un ente independiente de nosotros, y superior a nosotros, con lo cual todos, sin excepción alguna, estamos sujetos a la ley y bajo una supuesta igualdad. Digo supuesta por que en este punto entra un actor discordante: el dinero, o el poder, y hasta el sexo.
Puede ser que ahora no tenga ni un euro, que mi situación económica sea de desazón, y se me puede, fácilmente, acusar de envidioso, pero creo que el dinero soluciona muchas cosas. Por el dinero ya una persona es reconocida, tiene un estatus social más elevado, con lo cual es conveniente para la sociedad que esa persona continúe existiendo, los demás, simplemente, somos ignorados.
En una sociedad la conveniencia no es dictada por si misma, como he dicho antes, la civilización está a nuestro servicio, por lo tanto, cualquier ruta que adopte la sociedad debe ser resultado de una decisión y consenso común, lo que pasa, es que la sociedad, al ser un ente tan grande, y divinizado, tiene una inercia que nunca luchamos contra ella, y hace que cualquier cosa parezca natural, y lo apropiado sea al final una decisión tomada por poderosos, pero no de esta época, sino de unos siglos pasados. |