Tengo varios retazos del día de ayer. Me siento cansada.
Sin novedad alguna, tengo que soltar los lazos que me unen a un recuerdo, a una imagen, a un pensamiento que nació en un bus mientras yo trataba de juntar mis manos y evitar el frío. Mientras yo trataba de seguir de cerca la reacción de la gente, y lo que ellos pensarían.
Jamás lograré adivinarlo todo. Tengo ese objetivo terco acartonado en mi interior, como un pedazo de memoria que se resiste a ser borrado.
Paso estos minutos recordando tu foto ahora, en la cual siento que me agrada lo que veo. Verte acompañado me alegra. Ver tus labios sobre los de ella, me parece agradable. Lo único que desentona de la imagen es... pensar que la única trascendencia de estar junto a alguien y no tener miedo de negarlo, es que esa persona ser bella.
Y ¿qué podría ser bella? ¿tener el rostro y el cuerpo hermoso? ¿poseer atributos muy atractivos? Ser bella podría ser lo que veo en el rostro de ella, que se abraza a ti. Quizás su belleza también parta de tener sus ojos claros, sus senos grandes y alzados, su ropa sensual. No lo sé.
Por un momento, recordar esto... me hace acordar que yo también tengo ese dilema.
¿Qué será ser bello para el hombre que quiero? No sé, en un tiempo fue indiferente. Estuve junto a alguien que no producía mayor agrado físicamente para la gente e igual, estuve con él. Luego, miro tu foto y veo que no eres gran cosa dentro de la belleza secular y cotidiana. Entonces vuelvo a pensar... realmente... de qué estará compuesto el sentimiento al que me aferro cuando me enamoro, o cuando me gusta alguien. Como me gustaste tú, o tú.
Depronto me volví menos clara porque ya no tienes una cara sino varias. Ya no eres blanco, de ojos castaños hermosos que brillaron cuando sonaba una canción y cuando se abría el ascensor y te veía. Pasaste a ser de ojos verdes, con facciones prepotentes. Y en seguida volviste a tener los ojos castaños, muy pequeños y alargados, con tus brackets y tu sonrisa que simula picardía. No entiendo bien... a qué nos referimos ahora con la belleza. No entiendo bien qué busco o que no quiero ahora respecto a eso. Y tampoco entiendo si soy o no soy bella. Menos.
Sigo entonces volteando mis ideas a encontrar la salida al interrogante. Saber si realmente merezco algo mejor, o me tengo que conformar contigo que fuiste pasado o con un ahora que no me gusta. Saber si nací para estar entonces sola, ver desde la ventana cómo logran todos tomar camino junto a alguien. Me dicen exigente, y no voy a negarlo si realmente llega a ser cierto.
Lo que me molesta es que mientras encuentro todo lo que busco, entre respuestas, parejas, recuerdos, caricias, estoy quedando aislada, replegada y designada a estar sola, conmigo misma. A consolarme. Cualquiera que sea la idea de consolación. En un tiempo importó si tú, querido pasado, pensabas o juzgabas que eso era porque aún estaba perdida contigo. Ahora... realmente no importa nada. Si lo piensas, es tu mente la que lo siente cierto. Lo vigente es que te veo... leo parte de tus letras, siento que estás por ahí vagando, pero no tienes la respuesta. La esencia del amor querido la sigue buscando mi alma en este presente variable, y en el futuro aún temido. Una lástima que esa respuesta no esté contigo, porque ya te conozco.
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