“Patatín patatán” decía sin parar. Que estúpido sonaba pero que verdad contenía.
Mucho bla bla, mucha melaza, mucha idiotez repartida con rentabilidad y el mundo hecho un asco de pegajoso que está.
Hablar por hablar, decir por decir.
Y el amor, siempre el amor
Por dios que empacho de palabras suaves, repetidas y repetidas como el ajo en un día malo.
¡Que horror!
“Que sin ti muero”, “que sin ti no soy”, “que tu me robaste el corazón”, “por tu culpa no soy nadie”.
¡Cuenta irresponsabilidad!
Nadie te quita nada si no le das permiso, nadie te roba nada que no regales. Y si es un regalo ¿Cómo puedes decir que es un robo cuando se lo lleva para si?
Mucha estupidez, muy poco pensar, muy poco razonar, muy poco hacerse cargo de uno mismo.
Que fácil culpar a otros de que destruyen lo que uno mismo no sabe cuidar. ¿Pretendes que alguien valore, cuide, mime y aprecie algo que ni tu mismo te crees, que tú no sabes proteger? Absurdo
Esperar que sea el otro el que sienta por ti, el que descubra la maravillosa persona que eres, el corazón tan grande que tienes (si, siempre parece ser enorme, que casualidad) y peor aún, pensar que el otro esta obligado a darte lo mismo que tu crees que das, pensar que el otro está en deuda contigo si no alcanza a ofrecer los mismos kilos (que digo kilos, ¡toneladas!) de amor que tu le das solo porque te dio la gana.
Ya vale de mojigaterías.
No soporta la gente que proclaman sus defectos como exceso de virtud.
“Es que soy demasiado buena” “Es que soy demasiado paciente” “Es que doy demasiado” “Mi defecto, mi grandísimo defecto es querer demasiado” ¡Ahhhh!
Ya no más, por dios, no más pasteleo que los ardores de estómago me están matando. |