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Por Elder Hernández

Para Laura



“La diferencia entre quién eres y quién quieres ser, se encuentra en lo que haces.”
De la publicidad de Jack Daniels

“Lo que debería darte escalofríos es no tener nada que esperar más que una vida llena de hacer lo que siempre has hecho. Piensa en el hombre que planta maíz año tras año hasta que esta demasiado cansado para levantarse y se queda echado como un perro viejo. Sus pensamientos y sentimientos, lo mejor que tiene, vagan sin ton ni son y se fijan en lo único que ha hecho: plantar maíz. Para mi ese es el desperdicio más aterrador que existe.”

don Juan

Del libro Una realidad aparte de Carlos Castañeda


Tome un pequeño espacio en el tiempo y le fui incorporando poco a poco los momentos que me hacían sentir paz. Al principio no supe por donde empezar. Estuve noches enteras intentando sacar de mi memoria algo que me hiciera sentir que valía la pena vivir. Parecía que toda mi vida hubiera estado navegando en un mar negro... Como si todo se hubiera vuelto un lugar en el cual no existiera nada... Como si el tiempo fuera algo diferente a lo que se nos ha enseñado. No esa medición por medio de maquinas que se usan en las muñecas, ni mucho menos en las paredes. Como si el tiempo fuera algo escurridizo. Algo que solo existe en cuanto nos damos cuenta que no hay nada fuera de esos pequeños limites que uno va marcando conforme pasan los días. Sobre ese plano abstracto que se llama vida. Porque yo ya no se si mi vida, la debo medir por medio de lo que se me puso enfrente, y al parecer para eso soy más apto. Yo soy abogado. Tengo veintisiete años y tengo una Hummer H3 blanca –y por si no lo sabes, debes de comprobar gastos mensuales de 30 mil dólares para poder comprar una camioneta de este tipo–. No se si esto se pueda marcar como un parámetro para dar a entender que soy bueno en lo que hago. Vivo bien. En la Condesa. Un depa minimal retro... Raro lo se, pero así lo quería. El despacho de arquitectura Studio roca lo remodelo. Compro mi ropa en Mazarik. Pero independientemente de todo eso, aquí viene lo interesante. Siempre había creído que la vida era lo que hacía bien. Lo que resolvía tan impecable, que redituaba en dinero... Y no estoy hablando de que mi crisis me decía que debía comprarme un cuaderno y salir a la calle, a dibujar esos espacios que yo crea que vale la pena sea visto en alguna galería de arte. No, definitivamente tampoco esa fue una solución. ¿Cómo puedo medir mi felicidad si mande hablarle al cocinero que me preparo la pata de cerdo horneada con salsa bernesa en el Au Pied de Cochon –en este lugar, al igual que en Le cirque, no te sientas por menos de 800 pesos por persona– para felicitarlo y el tipo resulto un guey que salió con la sonrisa del mundo. Como yo cuando gano un caso... O sea te aseguro, que el tipo, gana al mes lo que yo en un día y al parecer estaba más feliz que su servidor. Yo me quede callado viendo como el señor con su estúpido sueldo me sonreía, agradeciendo que yo le haya mandado hablar. No supe que hacer, tuve una implosión. Ese día no fui en la noche al Celtics de la condesa a tomar con mis amigos –el Celtics es un bar que es la onda en estos momentos– me fui a caminar al parque México comiendo un helado de chocolate. Vi el mundo pasar frente a mis ojos, mi mundo. Me di cuenta que a mis veintisiete años era un ganador hecho y derecho. Pero también me di cuenta que soy un tipo que navega en el síndrome de la bipolaridad. Y ahí sentado en una banca le hable a Carolina, mi novia. Fuimos a mi depa y tuvimos sexo del más tierno. Jamás le había dicho tantas veces cuanto la amaba. Se quedo a dormir conmigo. Mientras ella seguía recostada, me senté en mi sillón Barcelona de Mies Van Der Rohe (obviamente es la copia, pero aún así me costo 2000 Euros), que tengo frente a la cama. Y viéndola pensé que era la mujer más hermosa que yo hubiera visto en mi vida, y que ella confiaba en mi – ¿Sabes que poder te da, darte cuenta que la chica con la que andas, confía en ti?– y así empecé a imaginarme con ella en el hotel Básico de playa del Carmen –el año pasado gano el premio chic and cheap al mejor hotel económico del mundo. O sea, bonito y barato. Una noche en la habitación sencilla cuesta 150 dólares por persona. Claro que no me he quedado en las habitaciones sencillas…– y al darme cuenta que era una estupidez tener a mi novia enfrente e imaginarme con ella en otro lugar, supe que ella no estaba conmigo principalmente por el dinero que tengo. Ni por la seguridad que eso le da. No, ella estaba conmigo porque yo le decía con mis actos que valía la pena vivir. Que no importara a que te dedicaras. Que lo importante era reflejar que el mundo ya esta construido, pero que uno puede adaptarse de tal manera que da gusto estar con personas que se aceptan tal como les toco vivir. Carolina no iba a estar con un tipo que se la pasara quejando de la vida que le había tocado. Ella iba a estar con alguien que reflejara calidad de vida interior. Inhale con fuerza y pude observar que tenia todo. Todo. Puse a Erick Satie con su Gimnopedie a todo volumen. Viéndola sonreír mientras escuchaba esa maravilla, me empuje al máximo tratando de recordar los momentos en los que yo era feliz. Y solo pude encontrar cosas muy personales. Tan personales que ni siquiera a ti te las puedo platicar. Pero tan importantes, que me pude dar cuenta que cada que abro los ojos a partir de ese día, realmente no se en verdad donde esta la vida. Más allá de pagar la luz, el teléfono, un traje de 20 mil pesos, una fiesta tomando toda la noche Moet Chandon como si fueran cervezas, hay un espacio que poco a poco voy juntando. Porque así como la vida me exige resultados, también el universo a su manera más interior me ha empezado a cuestionar, que es lo que vale la pena realmente. Y aunque no tengo cara para poder responder eso, solo tengo la intención de que Carolina no se vaya... Y no por lo que represento, sino por lo que hay dentro de mi. Y no es un cliché, créemelo. Hay un mundo esperando resultados día a día, pero eso no me preocupa. Hasta donde me he dado cuenta, eso ya esta hecho, solo es cuestión de seguir como sigo. Lo que me importa, es seguir tomando espacios de donde pueda, e incorporarle poco a poco los momentos que me hacen sentir paz... Esperando... Si, esperando que Carolina también los sienta y que por eso le de gusto estar junto a mi...

Texto agregado el 14-03-2008, y leído por 110 visitantes. (1 voto)


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