Una tarde cualquiera y después de nuestra hora de trabajo con el viejo chaman decidimos ir a tomarnos unos tragos, nuestro tiempo ha sido escaso y poder hablar de la vida y nuestras cuitas amorosas, bien valían la pena y sobre todo si además lo hacíamos en esa vieja cantina del lado poniente de la ciudad, sus calles con huevillos, sus casas de adobe y la posibilidad cierta de sentir la ciudad mas amable y menos individualista y fría como es ahora , nuestra determinación de llegar aquel lugar que nos permitía estar a nuestras anchas y poder así desahogarnos de tanta porquería insustancial y poder ser nosotros mismo.
Ya nos habíamos servido una jarra de vino pipeño y unos buenos sanguches de arrollados , cuando de unas de las tantas salas que existen sale, un grupo de señores ya un tanto mayor, al igual que nosotros estaban degustando de las delicias del aquel lugar, sin embrago del grupo distingo a uno que hacían muchos años que no nos topábamos, habíamos sido compañeros de curso en la enseñanza básica, después en los años duros de la tiranía nos habíamos vuelto a topar y con esa convicción y solidaridad, este compañero de la infancia me prestaba su casa para las reuniones clandestinas que iban urdiendo el proceso de reconstrucción de la resistencia a la dictadura, pasó el tiempo, años y no volví a saber de el, mas en los años inmediatos de vuelta a la democracia nos encontramos en una marcha conmemorando las luchas pueblos indígenas, un doce octubre, ahí me entero que al igual que yo había decidido estudiar historia , pero que sin embargo lo habían suspendido de la carrera, desde ese día hasta que nos encontramos en aquel viejo bar, fácilmente habían pasado 15 años, sin embargo al verle me surgió una tremenda emoción, pero mi sorpresa aún fue mayor cuando al abrazo con aquel compañero de la infancia, este se dirige al grupo que venía con él y les dice… a ver quien recuerda a este viejo chascón?, dos o tres de los seis que venían, me nombran hasta con mis dos apellidos, quede paralogizado, no entendía nada de nada, unos segundos y una lluvia de abrazos y que es de tu vida, que cosas mas linda , pucha cuantos años ¿ pero que estas haciendo, casado hijos, y no son treinta , no, son treinta cinco, en fin…..eran los compañeros de la básica, donde habíamos estudiado, la enseñanza media no la habíamos hecho junto, pues a mí me habían expulsado del colegio y casi a todos ellos no los había vuelto a ver, recuerdo que el viejo chaman y después de una segunda jarra de pipeño sentenciaba que estaba cerrando círculos y que eso implicaba que ya podía morir en paz.
De aquel hermoso día la posibilidad de volver a encontrarnos ahora para estar juntos y compartir esos recuerdos no fueron fáciles, sin embargo en más de alguna oportunidad hemos vuelto almorzar y con unas largas tardes de recuerdos y reconstrucción de nuestra estada en aquel establecimiento que marco una parte importante de nuestras vidas y que a pesar de los años y de tanta vida que ha pasado bajo el puente nos seguimos juntando y ahora buscamos a cada uno de los que fuimos parte de esa generación, no es tarea fácil pero cada ves aumentan los comensales y nos hemos dado la tarea de mas allá de lo que ha sido nuestras vidas empezar a celebrar los cincuentas años de vida poniendo al centro eso que aún esta en nuestra memoria nuestros primeros años de vida escolar, ni el tiempo, ni la dictadura pudo borrar.
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