Déjame
Déjame una huella de tu espalda en mi cama,
El brillo castaño de tu pupila en mi mirada,
Quizás el aliento encendido de jadeos pasionales,
Unos cabellos huérfanos en nuestra almohada.

La taza de café con tus labios marcados,
La estela de perfume en la brisa cuando pasas,
Huellas de tus pisadas en la senda inexistente,
El contorno de tu figura con la toalla que te abrazas,

El negativo de tu cuerpo detrás del espejo,
Tratando de arrancarlo se esfuma enseguida,
Persiguiendo tu sombra he corrido bajo la lluvia,
En las rejas de mis sueños he pasado la vida.

El maldito día que te vayas será mi juicio final,
Dudare de mi templanza y de mi cordura,
No me dejes nada, que yo lleno este vacío,
Con tu infinito recuerdo y gotas de mi locura.