Nunca desprecié una causa perdida.
Nunca negaré que son mis favoritas.
(Héroes del silencio)
Hay causas que requieren lo que la espera necesita un mayor coraje por abordar, y no sé si hoy lo elijo por favoritismo, como desafío a enraizarme por perdida; sino más bien por asumir lo que realmente dejé escapar sin haber tenido esa intención, pero habiéndola descuidado.
Y hoy desprecio lo que nunca desprecié, porque puedo diferenciar que hay causas perdidas que es mejor no volverlas a buscar; pero ahora deseo que esta misma me encuentre en lo que no quiero buscar por no acusar lo que alguna vez dije, nunca negaré.
Sigo en la misma cornisa del adiós que me ofreciste con la dulzura resignada, que aprisiona cada vez más en mi pecho. Logro esconderme de mi propia sombra para recordarte sin la niebla de una culpa, que no permite visualizar, que realmente se hace nube en las palabras que no se dejaron descubrir enhorabuena, sin saber que no habría otro tiempo en oportunidad.
Entonces quisiera expresarte en esta especie de silencio heroico que me permito, que no quiero resguardar más lo que callé, y que callé por resguardar el momento que en ese instante te quise brindar. Se confundieron las distancias y se desencontraron las verdades. No fue mentirte. No fue esconderte. Fue vivirte la misma sonrisa que aún perdura en mí, cuando te recuerdo.
Porque no quería que las cruzadas de lo que sí, eran causas perdidas (las perdidas son “perdidas”, no se pueden recuperar), nos tocaran tan temprano, sin dejarnos los misterios que luego nos descubrirían para incorporarse a lo que tendría sentido, pues hay tiempos que requieren las precisiones de esas esperas, y que ahora, necesitan un nuevo coraje para esta causa por ganar.
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