A la mañanita conviene salir a caminar, pues el sol allí es agradable y la temperatura también.
Así fue como conocí a Bonifacio, caminando con la cabeza en los problemas de los occidentales, como yo, pensando y olvidándome que estaba en plena selva negra.
Así fue como una mamba verde, paso por entre mis piernas sin pedir permiso( en realidad era yo quien tenia que pedirle a ella), y esta, que es tremendamente ponzoñosa y mortal, no me hizo mas que cosquillas.
Allí me corrió un escalofrío y le dije otra vez gracias a Dios, a la vida, a quien corresponda.
Suerte otra vez.
Bonifacio de 14 años, un niño que apenas sabe lo que es un blanco me miro y yo le dije “iononbua”, “¿como estas?” en su dialecto.
Me dice “mbein, mejor que usted, capitán. Vi como la mamba verde le pasó entre las piernas. Tiene suerte.”
Le pregunte como se llamaba, allí nos hicimos amigos, gracias a “la mfein” o “mamba verde”.
Miro asombrado el mp3 que había comprado en Sudamérica, el cual me salvaba con algún tango rioplatense o algún otro ritmo que llegue de esa zona del sur del mundo.
Alli se lo puse en sus oídos, asombrado y emocionado sin demostrar mas que sus ojos negros, pude entender realmente lo que es África, el nunca había visto TV, nunca había escuchado mas que una radio vieja, traída del mercado de “Zemu”. El papa una vez le había invitado a la casa del dueño de la granja de gallinas donde trabaja a ver una caja de colores que hay fútbol…pero se asusto y no fue. Su padre tampoco.
Bonifacio había perdido hacia tiempo a su mama…y a su hermano. ¿De que? Le pregunte, el me contesto: “no se capitán…enfermedades de la tradición, supongo”.
Así fue como Bonifacio y yo nos hicimos amigos…
Así fue como sentí el calor de su cuello bien alargadito por su flacura, esa sensación de amor inmenso que me dio de recibir y de dar…como a mi hijo. Esa mano en su cabecita que yo le puse era algo que el no estaba acostumbrado, que nadie le había hecho…
No sonreía…
Miraba su camino, y muy pocas veces a mí.
Bonifacio ahora esta en su aldea, cuida a sus hermanas, y de grande quiere estudiar “manejar coches”.
Los coches se ven cada vez mas, los mp3 ya son caducos, tenemos ordenador portátil, casa con techo que no se llueve, la escuela de nuestros hijos a menos de 20 kilómetros. a pie, la comida diaria, el agua para beber, nada alcanza…
Cadenas de comidas rápidas, restaurantes franceses, árabes, chinos, parrilladas, tachos de basura de la humanidad que se cae a pedazos mientras solo contemplamos lo que nos sucede.
Mientras estamos tomando un café y entrando a Internet, Bonifacio estará haciendo sus segundos 17 kilómetros diarios para regresar de las clases que le dan en la escuela mas cercana, luego ira a el arroyo a buscar pescados para comer, y tu te pedirás el postre.
Buen provecho…
Bienvenidos al nuevo mundo.
|