Tomó todo lo bueno para él y lo guardó en su bolsillo, pero éste estaba roto, y poco a poco todo caía transformado en escarcha dorada, dejando una estela a su paso.

Llegó a su destino muy emocionado esperando mostrar lo que cargaba, y al revisar su bolsillo, sorprendido, se dio cuenta que no quedaba nada. Dio media vuelta avergonzado al no tener nada que enseñar, embargado de tristeza y pesar al no entender nada de lo acontecido.

Pero la escarcha dorada que había dejado por el camino fue recogida por muchos, quienes siguieron y siguieron la estela de sus pasos.

Cansado y triste, un día se encontró en un hermoso campo de flores, se detuvo y se echo a pensar. De pronto, sintió miradas en torno suyo. Levantó la mirada y vio a muchísimos seres mirándole. Brillando, bañados en una maravillosa escarcha dorada, mirándole con amor profundo y una inmensa gratitud en sus ojos…