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Las manos de ella reposan suavemente sobre el teclado esperando la respuesta a su llamado. Al no recibirla, insiste una vez más.

Caperusita Rosa dice: ¿Estás ahí, Lobo Veloz?

Los dedos de él teclean nerviosamente.

Lobo Veloz dice: Ke onda, Kperucita Rosa, te esperaba.

La pantalla del monitor de Caperucita Rosa se transforma, mágicamente, en un parque florido lleno de vivos colores, de armoniosos sonidos y de suaves aromas donde aparece su galán.

Caperucita Rosa dice: ¿Hace mucho que me esperas?

El teclado de Lobo Veloz se convierte en un bosque de lujuria donde prepara la dulce trampa para atrapar a su adorada y tierna presa. .

Lobo Veloz dice: 2 ke 3 mi kaperuza Pink, ¿ke te has hecho, mi lokita?

Caperucita Rosa dice: Nada que valga la pena Lobito, sólo, como siempre, vivir y sufrir sin esperanza alguna.

Lobo Veloz dice: ¡Bájale, mi KP, ke sea menos, el ke sufre es X ke kiere, me cae. Confía en mí. Dame chance y la neta ke vas a conocer lo ke es la verdadera felicidad, te lo prometo, morrita.

Caperucita Rosa dice: La estoy conociendo, Lobito, los momentos que paso chateando contigo me hacen sentir feliz.

Lobo Veloz dice: Nel, mi K P, lo chido es vernos, estar juntos, cotorrear un rato y luego aká y aká ¡¡¡Todo!!! ¿Me entiendes? ¡Todo! Voy a hacerte feliz. ¿Ke piensas? ¿Cuándo nos vemos? Kiero llevarte al bosque y devorarte entera. Me agüita estar 5nocerte.

Caperucita Rosa dice: Yo también sueño con verte Lobito, pero no es fácil, no me dejan salir sola de mi casa; el día que quiero hacerlo, no falta quien se ofrezca a acompañarme. No salgo sola, siempre hay alguien que sale conmigo

Lobo Veloz piensa “Chale, ke gacho” y dice: ¿Y ke tal si sales con una amiga, mi KP Pink? Nomas ke sea una morrita jaladora, yo llevo a uno de mis cuates y hacemos un cuatro ¿Komo la béis-bol?

Caperucita Rosa dice: Déjame pensarlo, no me animo, si en mi casa se dan cuenta tendré problemas. Más adelante tal vez. Puedes estar seguro de que yo deseo estar contigo tanto como tú. Te amo Lobito, pero eso no puede ser… por ahora.

Lobo Veloz dice: ¡No manches! anímate, mi bella KPruza, ¿Ke no kieres verme? X ke yo kiero estar contigo ya, me kae ke estoy desesperado por verT. El otro día fui a buscarT a la escuela donde estudias, pensaba reconocerT por la foto ke me mandasT por mail, pero entre tanta morrita no T pude encontrar, lo ke conseguí fue ke una vieja gorda con cara de agente de la PGR me preguntara a quien esperaba y como le dije ke a nadie, me corrió diciéndome ke entonces no estorbara.

Caperucita Rosa dice: Debe de haber sido la maestra Amelia; es muy estricta y no le gusta que haya muchachos esperando afuera de la escuela, pero si yo me hubiera dado cuenta le hubiera dicho que eras mi primo, sólo que acuérdate que yo no te conozco, tú nunca has querido mandarme una foto y yo sí ya te mandé la mía.

Lobo Veloz dice: Prefiero ke me veas en persona, yo nunca me retrato, pero tengo una foto que me tomaron ora que corrí en el Maratón de Lala.. Llegué en buen lugar; iba en primero pero al dar vuelta a una eskina se me atravesó un bache y me torcí el tobillo; me dolía un chorro, pero seguí corriendo ya en el montón, y terminé la carrera. Luego te la mando.

Caperucita Rosa dice: Lobito, me tengo que ir, vinieron unas amigas para hacer un trabajo de la escuela, ya oí a mi mamá que las está pasando Hasta mañana, Lobito, seguiremos comunicándonos. Cuídate. Que sueñes conmigo, te mando mil besos. Te amo Lobito.

Lobo Veloz dice: Chao, mi K P, TKM, Hasta mañana, no me vayas a fallar. Salúdame a la Profe Amelia, vieja gorda cara de agente de la PGR ja ja ja Y piénsale, mañana me dices cuándo nos vemos.

Ella sale del Chat mientras piensa: “Lo vi afuera de la escuela y no me di cuenta, ¡qué diera por haberlo reconocido!. ¡Si supiera que la foto que le mandé la tomé de una revista americana y que la vieja gorda con cara de agente de la PGR que se dedica a correr a los muchachos soy yo! ¿Cuál sería? A diario corro a tantos; afortunadamente ni lo sospecha siquiera. Es la única ilusión que me mantiene con vida y no quiero renunciar a ella.”

Él apaga la computadora y se pregunta: “¿Qué haría yo si ella aceptara que nos viéramos? ¿Cómo me presentaría con esta maldita silla de ruedas a la que mi invalidez me mantiene atado desde hace diez años?

Ambos regresan a su realidad abandonando, con evidente pesar su mundo compartido de sueños e ilusiones al que volverán, inevitablemente como todos los días, la tarde siguiente.