Me gusta tenerte sujeto a un extremo ficticio de mi boca y tu mirada ávida de torres tan altas como las que encuentras bajo mi cuello...
sin remordimiento, me encanta que recuerdes mi pelo, como laberinto infinito de aromas dulces y cítricos que de vez en cuando permití alojar en tu respiración agitada
sucia...
tus palabras agrias, rebotan en el almíbar que producen mis manos en tu cuerpo, y te callo con una mirada... emerge el silencio petulante que insinúa ocasiones extraviadas, en la imensidad del deseo que te ronda...
imagina por un instante, el goce que produce tu intensión y tus insinuaciones clavadas, en las entrañas más profundas de mi vientre, en las muecas más audaces de mi cuerpo , y no... no tocas...urdes una trampa creíble, para tus elogios rosas de galán desesperado...
sin embargo caes nuevamente, en los deseos absurdos del macho ergido, débil...nefasto
perdido en cuánta historia supo urdir tu mente...
y este presente difuso, te trae a mis contornos generosos y te arroja a un mar de pensamientos lúgubres... te ahoga en el encuentro de mis labios húmedos que no le dan tregua a tu aliento sórdido.
Un temblor reaparece cuando te preguntas si acaso quiero conocer la aventura fácil de ser tu esclava...tomas el teléfono y me llamas
haces como si nada, para revertir los papeles del don juan a la dama, a la mujer reciente que se revuelca con otra alma, a la niña mala que juega a ser la ama
y al tedioso proceso de remitir las heridas, para curar tu morbosa apatía, tu melancólico final y mi eminente regreso a ser tu subyugada...
no hay más trampa que tu propia obsesión, no tengo más verguenza que mi propia curiosidad
y es la posesión utópica la que encierra tu lucha
por la niña esporádica que aparecio de la nada
se fue como la lluvia, y arrasó con tu calma, tu mente
y tu trampa de agua.
déjame correr...
déjame bañar de intentos tu dulzura disfrazada. |