No era su día, quizás como se levantó al vuelo y sin pensarlo se sintió alado, con aquella liviandad que solo te da una noche de buen sueño, se vistió, sintió que quizás su día sería distinto, a lo mejor encontraba en su camino una rosa (seguramente con espinas) que le llevara un poco de aroma, caminó y recorrió al igual que todos los días la calle del frente de su casa, la tienda de frutas, que tenia un olor que inundaba toda la cuadra; Claudia estaba abriendo la tienda de libros, con sus lentecitos calados sobre su nariz y una figura tan delgada que a veces parecía desvanecerse; pensó comer una empanada en casa de Doña Tarcicia pero estaba cerrada, tendría que comer en otro lado. Se dio cuenta de que era un poco tarde, aceleró el paso, no sabía que a la vuelta de la esquina lo esperaba sigiloso el camión que habría de acabar con su vida, aceleraba él, como queriendo encontrarse con la muerte y ella paciente lo esperaba, sin prisa, a todos nos abrasa tarde o temprano el deseo de morir, finalmente se encontraron y él solo pudo sentir que dormitaba, bueno no importa, quizás mañana sea un día mejor. |