A veces, bajo ciertas circunstancias, las personas pueden transformarse, de un día para otro, en horribles monstruos. Así como sucedió al pobre Gregorio Samsa en el libro de Kafka. No fue solo una buena ocurrencia existencialista.
El problema radica en que las sociedad oculta a sus monstruos o éstos huyen, o simplemente parecen convertiste en mostruos-pseudo-humanos, andando por allí con sus monstruosas costumbres, pero al final pasan desapercibidos – Este fue el caso de Elena, una pobre mujer, que como en la Metamorfosis, despertó una mañana y se encontró transformada en un monstruo.
Claro que el proceso real de transformación lleva toda una vida desarrollándose dentro de la persona. Pero es casi invisible, solo algunos observadores podían percatarse de los síntomas previos a la transformación, que ya luego de ésta parecen haber sido muy obvios. Con Elena ocurrió que nadie, y a la vez todos, lo esperábamos. Ninguno había pensado en la posibilidad de que Elena fuera tan cruelmente arrebatada de éste mundo; incluso creímos que podría haber sido más humana una muerte por un accidente o una grave enfermedad. Pero no. Elena se transformó un día y al poco tiempo desapareció de nuestras vidas, quizá huyendo, o quizás, olvido todo en su nuevo monstruoso cerebro.
Actualmente puedo observar desde fuera, como fue que se dieron las etapas de transformación de Elena, tal vez, sea esa la sintomatología básica previa a la transformación de un humano en un monstruo. aunque no sé, que objetivo tenga el percatarse de esto, ya que en la actualidad no existe ninguna cura al respecto; aunque existen casos muy aislados en donde el monstruo recupera su humanidad y su antigua personalidad, pero su cuerpo de monstruo continúa allí; en éstos casos, se han realizado exitosos transplantes cerebrales, aunque la apariencia de la persona no será la misma, y la cabeza quedará un poco magullada, al menos, volverá a ser un humano por dentro y por fuera (aparentemente). Tristemente, esto no ha sucedido con Elena hasta el momento.
Uno de los primeros síntomas que me parecen claros, fue su necesidad de buscar amigos a los que abandonaba en poco tiempo. Nosotros, sus amistades más antiguas y estables, solamente la frencuantabamos de vez en cuando, y ella nos atendía amablemente, pero siempre, después de sus nuevas amistades, de las cuales nunca vi a una más de una vez a las mismas. Veíamos a Elena con un grupo de mujeres aficionadas a las compras una semana, y a la siguiente, solo hablaba pestes de ellas, luego estaba con un grupo de músicos, y al poco tiempo no quería ni saber nada de música.
Después vino otro síntoma que puede corresponder con muchos otros males. Elena cambió su postura a la vida de manera radical. Un día dejó de creer en Dios, comenzó a cuestionar todo a su al rededor, comenzó a leer como loca y a visitar museos todos los días. Cosa que a mi me agradó bastante, pues mis asuntos eran los libros y me gustaba mucho eso de andar visitando museos y viendo películas, así que durante ésta etapa me volví más cercano a ella, y ella parecía feliz con u nuevo estilo de vida. El problema fue cuando se volvió un arrogante tornado de cultura y conocimientos que arrasaba con todo y todos sin control; fue cuando me di cuenta que realmente no era un interés propio por la cultura y el cuestionamiento de su mundo y de los demás, si no que había caído en río que no conocía y no podía salir de allí.
Después apareció otro síntoma que me parece fundamental; dejó de trabajar y dejó sus clases por las tardes, de pronto se cerró su mundo y poco a poco las luces se fueron apagando. El tedio comenzó a invadir su vida como si se tratara de un hongo en un pedazo de pan viejo. Al poco tiempo, no podíamos ver nada de ella; y no nos permitía tampoco hacer nada para ayudarle.
Comenzó a tener problemas con algunos de nosotros, sus viejos amigos, pero no conmigo, al contrario, parecía que quería conservarme cerca, me frecuentaba, pero de manera lejana. Dejó a su novio, quien tampoco podía explicarse el extraño comportamiento de Elena. Quizás él fue quien más sufrió el golpe. Tenían ya varios años viviendo juntos y de pronto ella lo dejó de querer sin motivos reales, fue quizás el mayor testigo de sus cambios de personalidad. y recibió varios golpes emocionales y hasta físicos en los u´ltimos días de su relación.
Un mes después, Elena había vuelto a ser casi como al principio; dejó de leer, dejo de observar y de cuestionar, pero sumado al tedio y a la distancia social, Elena estaba casi por desaparecer, y su familia era la única que tenía contacto con ella. Ellos se cerraban sobre de ella, protegiéndola del mundo, como si el mundo hubiese sido la causa de todas sus transformaciones.
Una mañana, nos llamó su madre, preguntando por ella, por que no contestaba el teléfono en su casa, pero nadie supo dar razón alguna de Elena. Nadie sabía nada de ella, desde hacía mucho tiempo.
Llegamos por la tarde a su departamento, y luego de unos minutos de golpear la puerta, decidimos que lo mejor sería forzarla. Tras varios intentos desesperados de chocar contra la puerta y patearla, por fin la puerta cedió y quedamos impávidos ante la aterradora escena: Ahí estaba, parada en el centro de la habitación, con su monstruosa respiración resonando fuertemente en nuestras mentes. Y con sus enormes ojos clavados hacia nosotros. No tuvimos tiempo de pensar, cuando ya había desaparecido, deslizándose como gato, a pesar de su tamaño aún humano, bajo una de las puertas.
Pasaron dos semanas y su familia terminó desintegrada, su hermano, insistiendo en que lo mejor sería la «eutanasia», intentó desesperadamente matarla en tres ocasiones, hasta que sus padres lo entregaron a las autoridades correspondientes.
Yo «la» visité en un par de ocasiones, bajo la mirada vigilante de su madre, pasé a una habitación dónde estaba lo que había sido Elena, consumida en una contracción, atada con una cintas en un poste, con sus enormes ojos atentos a todos mis movimientos. Podía sentir e odio y el miedo que había dentro de ese repulsivo ser. No soporté mucho tiempo, le hablaba pero sabía que aunque me entendiera, no le daba importancia a mis palabras. Su único interes, quizás, era arrojarse sobre mí y extinguir mi vida. La segunda vez que la visité, la cintas que la mantenían sujeta, se rompieron y se abalanzo rápidamente sobre mí. Su madre tomó un palo y la golpeó para que me soltara, entonces saltó sobre su madre y luego huyó, deslizándose de nuevo bajo una puerta. No volvimos a saber más sobre ella. Yo aún guardo la esperanza de que un día regrese, transformada de nuevo en un humano, en ese humano que me llegó a fascinar, pero sé que seguirá siendo la misma monstruosa criatura, y aunque regrese a su humanidad, el monstruo podría seguir viviendo en su interior, o en el de nosotros. |