Me hieres en tardes silenciosas de ángeles que huyen Crepúsculo mortal. Hieres, recuerdo agitado de lo que no comprendí, tu ausencia, ese vacío de incalculable dolor. Tu muerte. Me hieres tarde de azules que huyen y luto crepuscular. Sufro. Hiere el recordarte, recordar tu muerte y caminar solitario por la quietud, teñida de débiles rojos. ¿Para que tanta vida, tanta poesía ante mis ojos? ¿Para qué tanto si solo estoy? Y tan solo estoy sin vos que no me reconozco. Me hieres de tardes y crepúsculos porque me sé agónico. Enlutecido alma y entrañas zozobro en la tibia tristeza otoñal.
Texto agregado el 12-04-2004, y leído por 201 visitantes. (2 votos)