Una vez al mes, al anochecer del ultimo día, desde aquella noche en que Paris presencio una inesperada lluvia de meteoritos, se vivía algo raro, algo mágico, las calles de quedaban oscuras, las casa vacías, las tiendas solas, simplemente no había gente, toda Paris quedó asolada, vacía como un pueblo fantasma, no se escuchaban voces tan solo el silbido tranquilo del viento, yo llegue al amanecer entonces no había notado nada raro, pero esa noche que jamás olvidare empezó a las 7:00 p.m. cuando al pasar por un campo vi como unas raras plantas empezaban a florecer rápidamente, me intrigue bastante me acerque a ver este raro espectáculo, las flores como si fuesen rosas crecieron y florecieron maravillosamente, un extraño brillo sobresalió de entre los pétalos, yo me acerque para verlos, detenidamente empecé a escuchar una pequeña voz, era armoniosa, bella y aguda pero no entendía que decía de repente vi un pequeño ser en el centro de la flor el era quién al parecer cantaba, cuando de saltaron otros diez, o cientos, juraría que hasta miles, todas las flores abrieron y se empezó a escuchar un bello canto todas las voces a unísono entonaron himnos hermosos de jubilo, de alegría de paz, de las montañas llegaron multitudes de gente a ver el suceso pero se quedaban quietos, de pronto todas las montañas, cordilleras enteras, se llenaron de campos de flores que empezaron a brillar de norte a sur, de este a oeste, de haya para acá y para acá para haya y se escucho una bella canción, fue algo hermoso, todas las montañas se iluminaron de azules, verdes, rojos, amarillos, no se como describir la belleza que sucedía ante mis ojos, eran himnos tan llenos de gozo que en ese momento solo me encontré en el piso admirando la hermosa flor que había iniciado los cánticos, pero todo acabo cuando el sol se puso las flores volvieron a cerrase y se marchitaban, fue algo que jamás imagine y que nunca olvidare. |