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Inicio / Cuenteros Locales / cisco_marcos / 08_El Circulo de Heaven (A través del espejo)

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8. A TRAVES DEL ESPEJO

El camino fue largo, tardaron varias semanas, caminando perdidas por en medio del bosque. Sólo el ruido de unas risas detuvo su viaje
-¿Que ha sido eso? - dijo Miranda, y al introducirse en los lados de la senda de donde provenía el ruido, vio a su hija Shalia, caminando, persiguiendo a un gato negro mientras reía. Miranda se apresuró a correr hacia donde estaba, pero aquella no era a Shalia, sino a su reflejo en un gran espejo que se encontraba camuflado entre la vegetación. Miranda se giró pensando que quizás estaba allí, reflejándose en el espejo, pero ahí no había nadie. Era un espejo extraño, no la reflejaba a ella, pero sí a su entorno, Miranda estaba llorando mirando al reflejo de Shalia avanzar por el sendero, sin comprender todavía nada de lo que ocurría. María se aproximó al espejo y encontró a su pie unas extrañas inscripciones escritas en un extraño idioma
-Soy incapaz de comprender nada de esto - dijo Maria
-Esta escrito en el idioma de los dioses, solo lo entienden los dioses y ángeles, ni siquiera nosotras las ninfas, pese a haber estado tan unidas a ellos se nos ha concedido esa capacidad - Dijo la ninfa de Inverno
-Siempre me pregunté porque las ancianas llamaban al Gran Bosque el Bosque del Espejo - dijo María
-Se ve que hace tiempo, cuando los dioses vivían en estas tierras, pusieron este espejo aquí e hicieron estas inscripciones - dijo la ninfa de Verano
-¿Has dicho ángeles? ¿puede que existan ángeles por aquí? - dijo María. Mientras Miranda seguía mirando ansiosamente el espejo, y mirando las inscripciones.
-Creo haber visto este tipo de letras en algún otro lugar... – dijo Miranda, pero nadie le hizo caso
-Sí, ángeles. Son los hijos de los dioses que, debido a algún motivo fueron abandonados en estos mundos. Normalmente son híbridos de dioses y humanos, pero aún así conservan parte del poder divino. Acerca de si hay alguno por aquí: lo dudo. Hace ya tiempo que los dioses dejaron este mundo, y sus vidas amorosas no es que sean muy activas. - dijo la ninfa de invierno
-¡Y tu que sabrás!, si no eres capaz de ver más allá de tus propias narices. – dijo la ninfa de verano - Se rumorea que la diosa Heaven y el dios Regeos tuvieron un hijo, pero la diosa Heaven es la esposa de Bakal, de modo que convertirlo en ángel pudo ser una posibilidad. Pero hay muchos mundos en los que pueda haber acabado, y cada uno de ellos es inmenso, la probabilidad de encontrarlo entre todas las personas es muy pequeña.
-Bien, pues si no hay nada más que hacer aquí, sigamos nuestro camino, ¡vamos Miranda! - dijo María
-Espera, os digo que he visto estos símbolos en otro lugar - dijo Miranda, sin quitar los ojos del espejo
-Sólo han sido transcritos a algunos libros, pero es muy poco probable que hayas leído alguno. Estaban en las bibliotecas de Heavenpolis, ahora en ruinas - dijo la ninfa de invierno
-Miranda, vámonos, es inút... - dijo María - ¡Espera! Tienes razón, ¡estos son aquellos símbolos raros que escribía Dean en sus estudios sobre los templos!
A Miranda se le escapó un grito de sorpresa al comenzar a comprenderlo todo
- ¿Crees que Dean era un ángel? - dijo Miranda
- O eso o sus estudios alcanzaron tal punto que consiguió comprender el idioma de los dioses - dijo María
- Eso es imposible, el idioma de los dioses es infinitamente complicado, una vida humana no basta para comenzar a aprenderlo - dijo la ninfa de verano
- Sí, pero Dean está… ahora ya de nada sirve... - dijo Miranda
- Los ángeles no mueren tan fácilmente, son semi-dioses, son inmortales. Ese ángel os debió engañar. - dijo la ninfa de Verano
- No, Dean no sería capaz, Dean está muerto, ¡no es un ángel! - gritó Miranda. Volvió a anochecer, y aprovecharon el claro de delante del espejo para dormir.
Amaneció y pasaron varias horas de silencio delante de aquel espejo, todo aquello era muy complicado, por un lado, Miranda deseaba ver a Dean con vida, pero sin embargo le costaba creer que fuera realmente un ángel, hijo de dioses. De pronto vio a Dean salir de detrás de un arbusto, más resplandeciente que nunca. Miranda comenzó a llorar al comprobar con sus propios ojos que, en efecto, estaba vivo. Él sin embargo parecía más serio de lo normal. Pese a los abrazos de Miranda y la cara de sorpresa de María, él se mantenía con el mismo rostro serio, no parecía el mismo Dean
-Escuchadme, he venido en vuestra ayuda cuando he notado que me necesitabais. María, no era mi intención asustarte, pensé de verdad que estaba muerto, y sé que lo que hiciste, no fue a conciencia, no te guardo ningún rencor. No fue hasta que me atacaste, que descubrí quién era en realidad. Ahora creo que he de aprender de mi situación y ayudar a los más necesitados, soy casi un dios, y es mi deber - dijo Dean
-Dean, ¿qué te pasa? Estás muy extraño, has cambiado. Te necesitamos aquí, con nosotras, para que cumplas con lo que prometiste, tienes que acompañarnos hasta el final - dijo Miranda
-Ahora no tengo tiempo de explicaciones Miranda, vuestros pueblos corren grandes peligros. Ambos están más en contacto que nunca, se han unido para crear una nueva alianza, pero eso también es lo peor que ha pasado en mucho tiempo - dijo Dean - Bien, así que será mejor que os apresuréis, ese espejo es el espejo de Marón, no refleja el presente como la mayoría de los espejos, refleja tiempos pasados o futuros, pueden ser horas, días, meses, e incluso años, pero eso no es lo que os interesa ahora. El espejo de Marón es en realidad la entrada al templo de Regeos. Si conseguís llegar al templo, os enterareis de todo lo demás. Ahora me tengo que ir, vuestros reinos están seriamente en peligro
Dean se fue sin dejar preguntar nada a nadie, y dejando a Miranda, abrazando al vacío. Desapareció, dejando a todos con las palabras en la boca
-¿Y como se supone que podemos entrar? - dijo la ninfa de invierno
-Ese chico ha sido muy estúpido, no paró de hablar desde que llegó y luego se fue, tan fríamente como vino. Parece mentira que tenga sangre divina - dijo la ninfa de Invierno
-Déjalo, hace poco que descubrió quien era. Para él ahora todo es nuevo, cuando se dé cuenta de que en realidad nada ha cambiado en su vida, volverá a ser el de antes - dijo la ninfa de Verano
-¿Tú crees? - dijo Miranda
-Veo los sentimientos ¿recuerdas?
Se hizo de noche, y todos acamparon enfrente del espejo, pero Miranda no podía dormir desde hacía ya muchos días, y ahora, después de las recientes noticias, no podía pegar ojo. Se levantó y se quedó mirando al espejo esperando ver a Salía una vez más. Ya hacia mucho tiempo que había desaparecido de la imagen reflejada en el espejo. Ahora, y desde hacía mucho tiempo, sólo aparecía el camino, vacío y solitario. De pronto, se escuchó un ruido de ramaje, todas las noches lo escuchaba, pero nunca se atrevió a averiguar quién la acechaba porque tenía miedo de encontrarse con un nuevo enemigo. Se levantó, y como habitualmente, en los arbustos no había nadie. Cuando regresó intranquila, vio movimiento en el espejo. Miranda se sobresaltó y fue corriendo para comprobar si era Shalia, pero en su lugar vio a un enorme perro, un animal desconocido en ese mundo, y lo vio aproximarse al espejo y desaparecer en él atravesándolo como si de agua se tratase. En ese momento Miranda quiso despertar a los demás, pero cayó fulminantemente al suelo antes de poder decir nada.
Era una bonita mañana, la primera en despertarse fue María, que miraba las inscripciones del espejo intentando en vano descifrar la manera de entrar. Las dos ninfas despertaron, y fue entonces el momento de despertar a Miranda para desayunar. La tocaron suavemente para no sobresaltarla pero Miranda no despertaba, gritaron en sus oídos pero no funcionó, la empezaron a golpear fuertemente pero ella seguía sin despertar. La preocupación les invadió, pero la ninfa de invierno vio en su mente que estaba inmersa en un profundo sueño.
Llegó la hora de comer, ya se habían olvidado del espejo, pues ahora solo les preocupaba Miranda. Por fin, tras largas horas, Miranda despertó de su sueño. María que estaba sacando un poco de mantí de las provisiones, fue corriendo a ver a Miranda en cuanto la vio despierta.
-¡He averiguado como entrar al templo! - dijo ella obviando la cara de preocupación de María
-¿Qué? has estado durmiendo de ese modo durante casi un día ¿y ahora solo piensas en el espejo? - dijo María algo frustrada al comprobar que se había preocupado en vano
-¿Como se entra en el templo, Miranda? - preguntó la ninfa de verano entusiasmada
-Sólo hay que pasar a través del espejo..., no, no puede ser - dijo Miranda ahora algo confusa
-Miranda, sigues soñando, relájate un momento y luego hablaremos. El espejo es muy sólido, no se puede traspasar - dijo María golpeando el espejo con una mano
-Pero es que anoche vi en el espejo a un animal extraño. Era grande, pero no demasiado, muy bonito, con pelo negro que le cubría todo el cuerpo, con una larga cola, y caminaba a cuatro patas, y tenía un morro alargado, no se que animal debería ser... - dijo Miranda
-¿No te referirás a un caballo? - dijo María, que seguía pensando que Miranda continuaba con la mente somnolienta
-No, era más pequeño, se parecía más a un gato grande - dijo Miranda algo desconcertada
-Por la descripción que haces..., debes hablar de un perro. El dios Regeos suele adoptar forma de perro, quizás quiera decir algo - dijo la ninfa de invierno
-Es posible que tengas razón, no se ha representado a Regeos en ninguno de los libros de mi biblioteca, y dudo que en ningún otro de este mundo - dijo Miranda
-Sí, sí que ha sido representado, pero no quedan muchos de esos libros - dijo la ninfa de Verano
-Bueno, el caso es que ese ser se acercaba hacia mi, es decir, hacia el espejo, y lo atravesó como si nada. Y después quise contároslo y…me entró ese extraño sueño - dijo Miranda haciendo memoria
-Era el dios Regeos, seguro. Además, ese sueño pudo estar relacionado con que nadie normal pueda entrar al templo, seguramente un hechizo de protección, al menos tuviste tiempo de verlo - dijo la ninfa de invierno
Pasaron trece días frente al espejo pensando en cómo atravesarlo cuando se escuchó a un caballo por el sendero cercano al espejo. María lo oyó, y avisó a todos para que se escondieran en los arbustos de alrededor. No creían necesario huir, pues nadie se saldría del camino a no ser que se dirigiera expresamente hacia allí. Una hermosa chica joven de unos 18 años, de cabellos lisos rubios, y unos grandes ojos azules, vestía como una Jurasika o quizás también podría haber pasado por una Nandita, pero su aspecto era como el de la diosa Sabrina, igual que María y este físico era típico de las Jurasikas. En ese momento, la joven bajó del caballo y se puso a buscar con la mirada por todo el lugar cuando su mirada reparó en el espejo, donde ahora se veían reflejadas María y Miranda unos días antes
- ¡María! – gritó alegremente la joven, pero pronto se percató de que solo era un reflejo.
María, que estaba tan escondida que no pudo ver a la joven, ahora había reconocido la voz que la llamaba, y salió de su escondite
-¿Marina? - y la joven se giró hacia ella, le sonrió y ambas se dieron un fortísimo abrazo, sin duda se trataba de Marina
-¡Chicos, salid! ¡es una amiga! - dijo María, y todos salieron de su escondite
-Esta es Miranda, reina Nandita... - dijo María casi sin percatarse de la enemistad que siempre había existido entre ambas tribus, sin embargo la que se mostró inquieta fue ella misma al ver que Marina no parecía darle ningún tipo de importancia, definitivamente como dijo Dean, los dos pueblos estaban ahora más unidos que nunca. María sin embargo no le presentó a las ninfas, pues no habían salido de su escondite.
-Es mi mejor amiga - explicó María
-María, nuestros pueblos están más revolucionados que nunca - dijo Marina
-¿Qué ha pasado? ¿y que quiere decir nuestros pueblos? tienes muchas cosas que contarme - dijo María
-Mira, siento mucho tener que decírtelo así, precipitadamente, pero hay varios motivos por los que te buscaba y este es uno de ellos... - dijo Marina
-Bien, cuenta... - dijo María preocupada agarrando sus manos con fuerza
-La reina Aurora, ha muerto... - dijo Marina
-¿Qué? ¿Cómo? - dijo María. Le tembló el labio superior mientras hacía estas preguntas, y no pudo evitar que comenzara a escapársele una lágrima por sus mejillas
-Has desatado una serie de consecuencias muy graves yéndote. Pero quizás, pensándolo bien, haya sido la debida solución hasta que todo vuelva a su sitio... - dijo Marina
-Explícate, por favor... - dijo María, intentando contener todos sus sentimientos
-La leyenda del Fénix, se ha extendido por los pueblos Nanditos y Jurasikos haciendo que todos los hombres de los dos pueblos se unifiquen en contra de nuestras mujeres. Como ellos son todavía jóvenes han pedido ayuda a los hombres de Bakal. Nosotras también nos hemos tenido que unificar. En los pueblos Jurasikos no nos habíamos percatado de nada de esto hasta el día en que atacaron a la reina Aurora. Vinieron varias mujeres de los pueblos Nanditos para proponernos un tratado de paz. Ahora ambos pueblos se encuentran sin reinas, y están siendo constantemente atacados por los hombres - dijo Marina apresuradamente, pues quería contar demasiadas cosas en muy poco tiempo
-Espera, ¿qué es eso de la leyenda del fénix? - Preguntó María, mientras Miranda se mantenía al margen
-El chico fénix. Al poco de irte comenzó a oírse un rumor acerca de ti y un chico parecido al dios fénix, se dice que le perdonaste la vida en la noche de tu despedida. El rumor ha corrido por todos los pueblos de modo que los hombres descubrieron toda la verdad sobre el futuro que les esperaba. El resto creo que ya lo sabes - dijo Marina, ahora con más calma - La nuestra es una tradición injusta, es cierto. Ahora para que las cosas sean normales y los hombres puedan llegar a tener derechos hay que pasar por todo esto, pero las mujeres no romperán con las tradiciones hasta que no se lo diga alguien de suficiente autoridad. La guerra no parará hasta que se erradique esta tradición. Necesitamos una reina
Marina extendió una mano hacia María, y cuando la abrió le mostró el anillo real de su madre, la reina Aurora
-No, quédatelo tú. Yo aún no he acabado con la misión que me encomendaron los dioses. Además, confío en que tú serás una buena reina –dijo María, y con una sonrisa resplandeciente - Oye... ¿tú no habrás conocido a alguien?
-¿Yo? ¡Claro que no! ¿Por qué? - dijo Marina sonrojándose
-Vamos, ¿por qué ahora de golpe buscas la libertad de los hombres? ¡Claro que si, tú has conocido a alguien! ¡Y vas a venir conmigo y me lo vas a contar todo con pelos y señales! - dijo María cerrándole el puño para que se quedara con el anillo en sus manos, y con el otro brazo se secó la cara de lágrimas, y se fueron a dar un paseo para hablar.
Mientras tanto, Miranda se quedó frente al espejo pensando en la manera de entrar, pero como siempre no encontró la manera de cruzar el espejo. Un par de horas más tarde volvieron las dos riendo
-Bien, pues entonces me quedaré hasta mañana. Temprano partiré hacia las tierras Jurasikas – dijo Marina
- Oye, ¿Cómo supiste dónde encontrarnos? - preguntó Miranda
-Llevaba un par de días buscándoos, hasta que un día me crucé con un Bakal que me habló de vosotras y de este lugar - dijo Marina.
Pronto oscureció, e hicieron una gran hoguera frente al espejo, y todos se quedaron alrededor de ella despiertos hasta bien entrada la madrugada. De pronto en el espejo, apareció de nuevo el perro. Miranda se aproximó al espejo para demostrarles a todos que lo que ella dijo era cierto, cuando señalando al perro, bien cerca del espejo, todos cayeron dormidos, antes de que el perro pudiera atravesar el espejo.
Era seguramente mediodía cuando todos despertaron, pero no les sorprendió la hora, pues había otra cosa que les preocupaba más todavía, Miranda no podía levantarse del suelo. Estaba enganchada por un mechón de pelo al espejo, no se podía mover, y no podía girar la cabeza para ver aquella situación
- ¡Anoche, parte de tu pelo atravesó el espejo y ahora se te ha quedado dentro! - dijo María. Los demás opinaron lo mismo, pues era bastante obvio lo que había pasado. Era muy poco el pelo que se le había quedado dentro del espejo de modo que pudo cortárselo.
Marina montó a su caballo, dando gracias a todos por todo, y se fue cabalgando lejos por el sendero hasta que se perdió de vista. Parecía que ya tenían la solución a cómo cruzar el espejo. Estuvieron comiendo las últimas provisiones de mantí, quedándose sin cena para más tarde. Las ninfas desaparecieron aquella noche y no volvieron a aparecer, y esto preocupaba especialmente a las dos chicas. Se quedaron despiertas hasta muy entrada la noche, esperando ver al perro en el espejo. El ya típico ruido de ramaje volvió a escucharse en el claro, pero tampoco encontraron a nadie del otro lado. De pronto, María llamó a gritos a Miranda, y ella se acercó corriendo al espejo, pero María ya no estaba. Había entrado en el espejo, y cuando ella intentó atravesarlo no pudo. Se quedó sola en medio del descampado, pero no durante mucho, pues pronto el hechizo del sueño le invadió y durmió hasta bastante tarde.
Despertó sola, y con mucha hambre, así que fue a dar una vuelta para ver si encontraba algo de comer, pero sólo encontró algunos frutos extraños que no conocía, y no sabía ni siquiera si eran comestibles. Pasó toda la tarde delante del espejo, pensando en lo que estaría haciendo María al otro lado del espejo, y preguntándose si María la habría dejado allí aposta para ser ella la diosa suprema.
El sol ya se iba y en el espejo empezaron a aparecer las imágenes de Dean cuando llegó la última vez
- ¡Dean! - gritó ella al verlo en el espejo, pero se dio cuenta de que sólo era el reflejo de unos días antes. Se vio a ella misma junto a él y como acto reflejo, Miranda miró hacia atrás suyo, y descubrió que no era sólo un reflejo del pasado, Dean estaba allí.
- Hola - dijo él sonriendo, perdiendo la seriedad de su último encuentro. Miranda entonces le correspondió la sonrisa
- Dean - dijo entonces exaltada
- ¿Me llamabas?
- No. Pero sí... - dijo ella, y Dean echó a reír, y pronto Miranda también.
- Toma, te traigo algo de comida de tu pueblo - dijo Dean, y le enseñó lo que parecía un trozo de pastel de chocolate
- ¿Has estado allí?
- En muchos sitios últimamente - dijo Dean, agitando su mano para ofrecerle de nuevo aquel pastel que ella aún no había aceptado.
- Gracias, pero ahora no tengo hambre - dijo Miranda
-Bueno, si no quieres comer delante de mí lo entenderé…pero no me creo que tras tanto tiempo de viaje comiendo auténtica basura no tengas ganas de comer algo de tu pueblo - dijo Dean, y Miranda sonrió y lo cogió
- Pero me lo comeré más tarde- dijo Miranda - entonces tú…
- ¿Qué?
- Tú… ¿de verdad eres un ángel?” dijo Miranda con curiosidad
- Si, eso parece - dijo Dean desapareciéndole la sonrisa de la cara
- ¿Y te dolió? - dijo Miranda con una sonrisa burlona
- ¿Como? ¿Que si me dolió qué? – dijo Dean extrañado
- El caer desde el cielo - rió Miranda. Estaba bromeando para que Dean no se lo tomara todo tan enserio y se riera un poco, y en efecto comenzó a reírse. - Ahora enserio, ¿es cierto eso que dicen de que los ángeles...?
- ¡Te puedo asegurar que es totalmente mentira! ¡Por lo menos en mi caso! - dijo Dean del todo sonrojado y ambos comenzaron a reír con ganas. Miranda le cogió la mano a Dean, y Dean le miró preocupado, pero ella estaba como si no hubiese pasado nada, así que él tampoco le dio mucha importancia. Hubo un momento de silencio
- Es tarde, será mejor que me vaya – dijo Dean. No hubo acabado de decir esto, cuando el perro volvió a aparecer en el espejo, y los dos se quedaron durmiendo el uno junto al otro.
Amanecieron juntos, más o menos a la misma hora de siempre, y comieron del pastel que trajo Dean el anterior día, hablaron y rieron durante mucho tiempo.
- Creí que estabas demasiado ocupado – le reprochó Miranda
- Y lo estoy - dijo Dean con un gesto más serio
- ¿Y qué haces que no estás haciendo buenas acciones por el mundo y cosas de ese estilo como dijiste que harías? - dijo Miranda
- Lo estoy haciendo, te estoy haciendo compañía, ¿no es bastante con eso?
Llegó la noche. Se les habían acabado los temas de conversación, y solo reinaba el silencio en la noche. Miranda miraba atenta al espejo, que en esos momentos los reflejaba a ellos dos mientras comían, para marcharse en cuanto el perro apareciera. Observando el reflejo de Dean en el espejo, Miranda vio una cadena dorada que pasaba por su cuello
-¿Eso es un colgante? - preguntó Miranda intrigada
-Sí, es el único recuerdo que conservo de mi auténtico padre. Lo que está escrito está dedicado a la diosa Heaven, así que siempre pensé que eran palabras de Bakal - dijo Dean, mostrándole un hermoso colgante de oro con 12 letras del idioma de los dioses grabadas en él. Además, el colgante no estaba ni rasgado ni desgastado, como si estuviera recién forjado
-Las ninfas dicen que Bakal nunca estuvo realmente enamorado de Heaven, solo quería su poder, y hablaron de un romance que tuvo con Regeos - dijo Miranda
-Bueno sí, no tengo prisa por saberlo ¿quieres que te lea lo que pone? - dijo Dean
-Oh si, por favor - dijo Miranda entusiasmada, y Dean se puso a recitar:
Oh que envidia me da la lluvia,
Pues quisiera ser cada una de las gotas que descienden por tu rostro, rozando sutilmente tus dulces labios sin que sepas que allí, en todos y cada uno de tus poros, estaré yo, observándote hasta mi muerte.
Dime si es verdad que no me amas, quiero oírlo salir de tus bonitos labios, es que acaso aquellas cosas que en sueños me susurrabas, todos aquellos besos que apasionadamente nos dábamos, esos suspiros que en lugar de aire llevaban amor, y las noches de pasión que pasábamos desnudándonos con la mirada, sin que nadie se percatara, que entre tu y yo, lo que había era amor en su estado más puro ¿Es que acaso todo eso no era real? ¿Es que acaso no me amas? Dime si no es cierto, dímelo mirándome a los ojos, dímelo mientras nuestro amor se desvanece con un último beso, un último susurro, un último suspiro de amor que salga de tus labios...
-Que bonito... - dijo Miranda
-Quizás tengas razón, Bakal jamás pudo escribir esto - dijo Dean
-En cualquier momento se pueden abrir las puertas al templo ¿por qué no vienes conmigo? – le preguntó Miranda
-No sería justo, sólo estoy aquí porque estás sola y debo hacerte compañía - dijo Dean
-No comprendo... - dijo Miranda comenzando a ponerse seria
-Lo que no quiere decir que no te aprecie como mi amiga - dijo Dean excusándose, pero Miranda no contestó, giró su mirada evitando la de Dean - Mira, toma el colgante de mi padre...
Dean se quitó el colgante y se lo dio a Miranda
-A partir de ahora tú serás mis ojos y mi mente, acudiré en tu ayuda si lo necesitas, será como si yo fuese contigo - dijo Dean
-No es lo mismo, yo quiero estar como estos últimos días, contigo de verdad - dijo Miranda. Dean asintió
-Miranda ha llegado la hora de loa despedida - dijo Dean señalando con el rostro al espejo
-¿Qué? – exclamó Miranda y se giró y vio al perro en el espejo, pero Miranda no quería irse. Dean lo notó y desapareció de su vista. En el momento en el que desapareció, Miranda salió corriendo hacia el espejo. Antes de llegar a él, los ojos se le cerraron, pero con un poco de fuerzas que le quedaban, cayó hacia el espejo; si había entrado de forma correcta, no lo supo hasta que despertó.

Texto agregado el 08-03-2008, y leído por 97 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
08-03-2008 Bien narrado, bien escrito, bien llevado. Imagino que es un novela y que sigue. En otra oportunidad me dare tiempo para leerte. Saludos. Azel
 
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