Al parecer hacía varios años que los vientos de Santa Ana no se daban con tanta fuerza, pero justo este año coincidieron conmigo en Ensenada, los vientos son calientes y fuertes, vienen del desierto del que toman su nombre. Un día por la mañana un extraño sonido parecido a la caída del agua te despierta, son las hojas secas que golpean las paredes de las casas y las ventanas, arrastradas y empujadas por el viento, como si intentaran sujetarse del suelo. La tierra se abre paso por debajo de las puertas dejando en las casas una molesta y resbalosa alfombra café, se protege a los niños porque estos vientos traen gérmenes y enfermedades e incluso se suspenden clases para supuestamente evitar a los estudiantes un viaje innecesario hacia la escuela, es algo místico, hay un poco menos gente en las calles y el aire es pesado a causa de la tierra que lleva. La sensación es nueva y extraña, tienes la curiosidad de salir de sentir ese viento poderoso y observar como sacude el pequeño mundo que conoces, sin embargo, al mismo tiempo un ligero sentido de protección te dice que no debes hacerlo, por alguna extraña razón sabes que no será tan divertido. Los incendios se volvieron un desastre, vimos en las noticias como tantas personas perdieron su hogar a causa de las llamas, una de las raras ocasiones en que observamos el sufrimiento de los gringos adinerados, mezcla de gozo y tristeza, ver sufrir un pueblo que vive indiferente del daño que causa, que presume de su buen comportamiento, considerándose invencible por destruir todo aquello que no comprende, que no tolera... hoy sufre un poco y tanto al mismo tiempo, el sonido de una voz que se quiebra describiendo cómo ha perdido el que fue su hogar durante 20 años, tristeza, una mansión más grande que el terreno en que se construyen al menos 10 casas del INFONAVIT, gozo e indiferencia... La vida es gris, gris con puntos negros y blancos cuyo contraste y posición cambian con el tiempo, y la única opción es correr detrás de éstos puntos, intentando alcanzar el bien o el mal, eso ya es decisión de cada quien. Los vientos de Santa Ana son hermosos, provocan una contagiosa tranquilidad en las personas es casi como una incomodidad que se disfruta, pero solo dura 3 días y después casi tan abruptamente como he cambiado de tema terminan los vientos, son sólo 3 días para recordar la fragilidad de todo lo que construimos, la superioridad momentánea de la naturaleza, y dar un paso atrás en la lucha de las contradicciones, un paso atrás para agarrar vuelo y después tranquilidad, se acaba el viento y es tiempo de prepararnos para el siguiente Santa Ana.